Hace unos 14.000 años se enterraron juntos, cerca de lo que hoy es la ciudad alemana de Bonn, una mujer, un hombre y un cachorro de perro primitivo de unos nueve meses. Los arqueólogos descubrieron que el animal estuvo enfermo y padeció unos males que solo pudo superar con el cuidado de los humanos.
Más o menos por la misma época, en el norte de lo que hoy es Israel, una mujer fue enterrada, acurrucada, con una de sus manos apoyada sobre los restos de un cachorro de unos cuatro meses, como si lo abrazara.
Estas tumbas no solo son pruebas de los orígenes de la primera domesticación de los perros, sino de la milenaria conexión especial entre los humanos y su “mejor amigo”. Una amistad que va más allá de una simple forma de hablar y que algunos especialistas se atreven a llamar amor. En 2015, unos científicos japoneses mostraron que cuanto más miraban las personas a los ojos de sus perros, más aumentaba en ambos la producción de oxitocina en sus cerebros. Esta hormona, ingrediente químico fundamental del cariño, se dispara entre madre e hijo, compañeros de armas y parejas sexuales.
Dos mutaciones o cambios genéticos podrían haber sido la clave en la domesticación de los perros. Esas mutaciones habrían permitido a los lobos crecer cognitivamente y socialmente lo que les ayudó a confiar más en los humanos y facilitó la interacción y la comunicación con ellos.
Se sabe que el perro es el primer animal que se domesticó, pero aún hay dudas de cómo se produjo ese proceso. Por evidencias arqueológicas y por comprobación genética, los lobos se convirtieron en el mejor amigo del ser humano hace unos 30.000 años, cuando los humanos aún eran nómadas.
Las razas de perros japonesas denominadas antiguas, más próximas a los primitivos perros-lobo, tienen una menor capacidad de atender a las indicaciones de los seres humanos. Podríamos decir que son más desobedientes pero lo cierto es que serían más lobos que otros.
Algunos lobos de aquellos primeros asentamientos contaban con mutaciones genéticas que les hacían sufrir menos estrés al entrar en contacto con los humanos. Se supone que con este grupo que poseía esas modificaciones genéticas que le permitían tolerar mejor el contacto humano, sin tanto estrés, pudo empezar el roce cotidiano que acabó en cariño.
Estos lobos con poco miedo se acercaron a los humanos y, como consecuencia, adquirieron las aptitudes que los unen hoy a nosotros. Los perros de hoy son menos agresivos y temerosos que los lobos, y tienen la capacidad de comprender los gestos humanos.
Es muy probable que hubiera algunos lobos que genéticamente estaban predispuestos a no ser tan asustadizos y que se acercaron a los asentamientos humanos, pero la domesticación es un fenómeno complejo, resultado de una combinación de varios factores, entre los que se cuenta la forma en que se utilizaron los perros como animales de trabajo, el clima y la cultura, que desempeñaron un papel importante en esta selección.
Otra adaptación genética de los primeros perros es la capacidad para asimilar el almidón en sus aparatos digestivos, ya que comían con los humanos o de sus sobras y una más es la neotenia, la capacidad de conservar conductas infantiles en edad adulta a lo que se suma el don para entender las intenciones de los humanos que está solo en algunos lobos genéticamente diferentes.
No hay una única llave única. Todo es un proceso que se dio de forma independiente varias veces, de distintas maneras, con mucha variedad de factores. En todo caso, todos esos caracteres juntos generaron que algunos lobos de la Edad de Piedra tuvieran una inclinación natural por hacerse amigos de esos monos desnudos que caminaban erguidos y que se extendían por el mundo.
Muchos especialistas sostienen que el perro no fue domesticado, sino que algunos lobos se auto-domesticaron para convertirse en perros.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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