El lamido compulsivo de las patas en el perro es una conducta que siempre debería llamar la atención del tutor responsable.
Se trata de una conducta atípica que puede estar vinculada a condiciones tan diversas como el estrés o la ansiedad, o a enfermedades dermatológicas como la atopía o muchas veces ser consecuencia del déficit de actividad física.
Al detectar este comportamiento en nuestro perro es importante descartar cualquier causa física obvia revisándolo con cuidado. Si no encontramos un origen concreto es importante concurrir a nuestro médico veterinario de confianza para buscar el origen del problema e intentar la solución.
Lamerse compulsivamente las patas o las manos puede ser la expresión de problemas subyacentes como ansiedad por separación, hiperapego no resuelto o simple y llano aburrimiento.
Si la conducta tiene que ver con el estrés, es probable que se pueda modificar haciendo que realice más ejercicio, para que libere toda la energía física y emocional acumulada.
Al notar que nuestro perro comienza a lamerse las patas de manera compulsiva, lo primero que debemos hacer es visitar el veterinario para examinarlo y descartar alguna enfermedad somática que lo afecte.
Si no tiene que ver con una condición física de salud podríamos considerar que una de las causas generadoras subyacentes de este comportamiento sea conductual.
El lamido, algunas veces, puede ser la expresión para intentar paliar un dolor. Si le duele la pata se concentrará en lamerse una de sus patas, la dolorida especialmente, indicando de esa forma el área afectada.
Hay que considerar otras causas como las picaduras de insectos, las heridas o también las quemaduras por la temperatura del suelo.
Aunque las almohadillas plantares y palmares de los perros son muy resistentes, pueden verse afectadas por exceso de deambulación en terreno inadecuado, por la textura de ese terreno y por el calor del piso en estaciones estivales.
Cuando un perro está por mucho tiempo sin actividad puede utilizar el lamido como una actividad supletoria para pasar el momento usando el tiempo en esa actividad.
Al liberar su estrés, de este modo, esta actividad se transforma en una vía de comunicación que expresa su extrema angustia. Lamerse les proporcionaría la sensación de calma frente a la situación. Si un perro no para de lamerse es porque esa acción le produce relajación.
Lo que verdaderamente ocurre es un círculo vicioso en el que la compulsión inicial les impide medir el tiempo que permanecen en esta actividad llegando a hacerse daño y provocándose importantes lesiones en la piel.
Para intentar corregir esta conducta, podemos brindarle juguetes o jugar estimulando el vínculo. El paseo también puede ser una herramienta muy útil como remedio.
Como causa final consideremos que nuestro perro pueda estar infestado por pulgas que, con su saliva al atacar, producen una picazón casi incontrolable.
Una circunstancia más grave aún es que el animal padezca atopía, enfermedad alérgica tratable de por vida pero casi incurable en la que esta conducta es un signo preponderante.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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