El vínculo actual que ocurre entre los animales y los seres humanos ha sido ampliamente revisado y conceptualizado en los últimos tiempos hasta llegar a la definición de la “familia multiespecie” como criterio moderno.
De la misma forma en la que se dan esos vínculos afectivos también continúa existiendo la crueldad y el maltrato hacia los animales, pero cada vez más profundamente condenado por una parte importante de la sociedad. Un aspecto fundamental de este cambio de paradigma es el lenguaje. Sabido es que la simple modificación de términos no cambiará la realidad pero sin duda será un motivador de alguna reflexión sobre el tema.
El cambio debe reflejarse en los conceptos y éstos se expresan con el lenguaje.
Comencemos con la palabra “mascota” que proviene del término francés “mascotte”, que significa: talismán o amuleto. La palabra aparece en España a principios del siglo XX y hoy según la definición del diccionario de la Real Academia Española, la palabra mascota tendría tres acepciones: “Persona, animal o cosa que sirve de talismán, que trae buena suerte; animal de compañía; y sombrero flexible”.
Sin lugar a dudas nuestros animales convivientes, de afecto o compañía mutua son mucho más que un “objeto de suerte”; son un sujeto de derecho sintiente, sensible y sufriente, una persona no humana que comparte nuestro destino y nosotros el de él. No nos da suerte nos brinda su vida en afecto , en compañía, en consideración y muchas vivencias que superan por cierto a la suerte en sí misma.
El lenguaje es una herramienta que, a través del tiempo, ha determinado cambios culturales y sociales significativos, y es por ello que resulta significativo este cambio. Los animales son sujetos de derecho y atribuirles el simple rol de dadores de suerte atenta contra este concepto.
Es importante también analizar la palabra “dueño” que define al poseedor de una cosa y no al tutor de un ser. Se es “dueño” de las cosas u de los objetos no de los sujetos. Somos tutores de aquellos animales que conviven bajo nuestra responsabilidad que se corporiza en velar por el cumplimiento de sus derechos como sujetos incapaces legales del reclamo.
A diferencia del concepto de tenencia responsable, muy arraigado y que permanece en muchas instituciones por designio de su propia antigüedad, es preferible hablar de convivencia responsable o tutoría responsable.
El estado de bienestar y el respeto del derecho animal abarca aspectos muy amplios que superan ampliamente sus simples necesidades físicas y el hecho simple de lograr cambiar estas tres palabras puede ser el comienzo de un nuevo camino hacia la integralidad de la noción de familia multiespecie que hoy debería gobernarnos.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
SEGUIR LEYENDO: