Desde que los científicos desenterraron el primer grupo conocido de huesos de dinosaurios, en el siglo XIX, han propuesto hipótesis para explicar por qué las especies gigantes eran comunes hace millones de años, pero menos en la actualidad. “Pero nadie puede señalar una respuesta definitiva”, dijo Greg Erickson, paleobiólogo de vertebrados de la Universidad Estatal de Florida en Tallahassee que se especializa en antiguos reptiles. “Es tan multifactorial”.
¿Qué sucedió? ¿Por qué ya no quedan muchos gigantes? Esos animales poderosos incluían dinosaurios, pterosaurios del tamaño de un avión, enormes cocodrilos y serpientes, e incluso armadillos del tamaño de automóviles. Pero hoy, solo hay unos pocos animales grandes en nuestro planeta.
En primer lugar, hay mucha evidencia fósil de que el pasado antiguo realmente tenía animales más grandes, bestias que eran enormes pero también más grandes, en promedio, que las criaturas de hoy, explicó a Live Science, Erickson. Sin embargo, varias diferencias importantes entre los dinosaurios y los animales más grandes de la actualidad, los mamíferos, pueden ayudar a explicar la pérdida de los gigantes. Junto con otros reptiles de gran tamaño, los dinosaurios podían adaptarse a diferentes nichos a medida que crecían, cazando presas más pequeñas cuando eran jóvenes y víctimas más grandes cuando eran adultos. En parte, podrían hacer esto porque intercambiaron juegos de dientes a lo largo de su vida.
“Reemplazan sus dientes constantemente, al igual que los tiburones. Pero en el camino podrían cambiar el tipo de dientes”, remarcó Erickson. Los cocodrilos, por ejemplo, pasan de “dientes en forma de aguja a dientes más robustos. Los mamíferos no tienen ese lujo”.
Dicho de otra manera, cuando algunos reptilianos jóvenes se convirtieron en adultos corpulentos, cambiaron sus dientes juveniles relativamente débiles por armas más grandes, lo que les permitió, a su vez, cazar comidas más grandes para alimentar sus cuerpos más grandes.
También en los dinosaurios, los sacos de aire probablemente se extendían desde los pulmones hasta los huesos, creando un andamiaje resistente pero ligero, según dijo en diálogo con Scientific American el paleontólogo de la Universidad de Edimburgo Steve Brusatte. “Eso le dio a los dinosaurios esqueletos que“todavía eran fuertes y aún flexibles, pero livianos. Eso los ayudó a crecer y crecer más y más”, indicó Brusatte.
Y añadió: “De la misma manera que los rascacielos son cada vez más y más grandes debido a las estructuras de soporte internas”. Por supuesto, aunque los sacos de aire ayudaron a formar huesos fuertes y livianos, ningún animal podría llegar a ser tan grande como un rascacielos. Eso se debe a que el peso corporal crece mucho más rápido que la fuerza ósea a medida que los animales aumentan de tamaño, como explicó el físico Neil deGrasse Tyson.
Sin embargo, los mamíferos carecen de estos sacos de aire, “que pueden invadir el hueso y aligerarlo”, dijo Brusatte, “así que el tamaño de un elefante o un poco más grande, podría ser el límite hasta donde pueden llegar los mamíferos, al menos en tierra. No parece que los mamíferos puedan tener el tamaño de los dinosaurios”.
Como criaturas de sangre caliente, o endotérmicas, los mamíferos también necesitan mucho combustible. “Los elefantes son totalmente endotermos, mientras que los dinosaurios, al menos los herbívoros, probablemente no lo eran”, explicó a Live Science Geerat Vermeij, profesor de geobiología y paleobiología de la Universidad de California en Davis. “Así que la necesidad de alimentos para, digamos, un elefante gigantesco sería tal vez 5 veces mayor que la de incluso los dinosaurios más grandes”.
Los paleontólogos han debatido si los dinosaurios eran de sangre fría o caliente. Pero la ciencia actual coloca a muchas especies animales en un gradiente entre sangre fría y sangre caliente, y los dinosaurios probablemente estaban “en el extremo inferior del rango de sangre caliente”, según Erickson. Eso hizo que un cuerpo grande fuera energéticamente menos costoso para los dinosaurios.
El tamaño enorme también requiere el entorno adecuado. En un estudio de 2016 publicado en la revista PLOS One, Vermeij concluyó que el gigantismo depende principalmente de suficientes recursos producidos y reciclados por “infraestructura ecológica altamente desarrollada”. En otras palabras, la ecología necesita producir suficiente oxígeno, alimento y hábitat para que crezca una criatura verdaderamente gigante. Tales ecologías habían experimentado un gran desarrollo a mediados del período Triásico, cerca del comienzo de la era de los dinosaurios, escribió Vermeij.
En un cambio ambiental potencialmente importante, las antiguas atmósferas tenían mayores concentraciones de oxígeno. Esto puede haber influido en el gigantismo, sobre todo de los insectos. La envergadura de las alas de los insectos más grandes de la prehistoria siguió el aumento de la concentración de oxígeno en la antigüedad, según un estudio publicado en 2012 en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los investigadores del gigantismo tampoco deben olvidar el ingrediente crucial del tiempo. Aunque los linajes de animales tienden a hacerse más grandes con el paso de las generaciones, para Erickson, se necesita una gran cantidad de tiempo evolutivo para alcanzar tamaños gigantescos. Y según Vermeij, los sucesos de extinción masiva tienden a eliminar a las criaturas más grandes, por lo que estos sucesos pueden dejar huecos de animales gigantes sin cubrir durante decenas o cientos de millones de años. “Los primeros mamíferos tardaron unos 25 millones de años en alcanzar una tonelada de peso”, detalló. En el caso de los mamuts lanudos, diezmados por el cambio climático y los cazadores humanos hace apenas 10.000 años, puede que no sea una coincidencia que los humanos modernos no veamos a criaturas tan enormes: nuestros propios antepasados ayudaron a matarlos no hace tanto tiempo.
Para Vermeij, la explicación más completa de la disminución del tamaño no proviene de la fisiología o el entorno, sino de la estructura social. “La evolución del comportamiento social organizado, no sólo de las manadas, sino de la caza organizada en los mamíferos, introdujo una nueva forma de dominación. La caza en grupo por parte de depredadores relativamente pequeños hace que incluso presas muy grandes sean vulnerables. El gigantismo individual ha sido sustituido en la tierra por el gigantismo a nivel de grupo”, escribió en el estudio de 2016. Es decir, los individuos más pequeños que trabajan juntos, como ocurre con los lobos y las hienas, por ejemplo, pueden constituir una forma más eficaz de hacerse grandes que construir un cuerpo enorme. “Como resultado, el gigantismo perdió su brillo en tierra”, escribió Vermeij.
La organización social también puede ayudar a explicar una excepción bastante grande a la línea de tiempo trazada aquí: en el océano, los animales más grandes de la historia siguen existiendo: las ballenas azules. Según Vermeij, la vida en el mar dificulta la comunicación a larga distancia, lo que dificulta el desarrollo de grupos de caza complejos. “La evolución de estos grupos se ha producido en tierra firme mucho más que, al menos hasta hace poco, en el océano, como en el caso de las orcas”, concluyó.
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