No es lo mismo la esperanza de vida que la longevidad. Esperanza de vida es lo que uno espera que viva una determinada especie, esto está reglado por la misma especie. No vive lo mismo un elefante que un perro que un ser humano.
A propósito, basta de multiplicar por 7. Hay una ecuación compleja para comparar la edad del perro o la edad del gato con la del ser humano. Pero podemos decir groseramente que un perro cumple su vida en más o menos 13 años en promedio, un gato más o menos en 15 años y un ser humano, depende donde viva, más o menos en 75 años.
Por qué digo depende donde viva, porque la longevidad que no es lo mismo que la esperanza de vida, depende de cómo trates al perro y cómo trates al gato.
Porque no es lo mismo volverse viejo que hacerse viejo. Hacerse viejo, nos hacemos viejos todos. Volverse viejo significa atentar contra tu carga genética, por ejemplo, en el ser humano fumando, tomando alcohol, trasnochando, comiendo mal, no haciendo ejercicio, etc. Una cantidad de cosas que van a atentar contra tu longevidad que ojalá pegue y empate con tu esperanza de vida.
En los perros, los gigantes viven menos. Porque su metabolismo es distinto, pero también su determinante genético es diferente, los perros chicos viven más, los perros mestizos viven más, los perros de adentro viven más que los perros vagabundos, los que no tienen casa, es obvio que el desgaste es mayor. El gato de adentro vive más que el gato de afuera por lo tanto, la esperanza de vida es genética, pero el trato que se haga con ese animal durante la vida, con la alimentación, con las vacunas, con el cobijo, con la posibilidad de brindarles la satisfacción a sus necesidades hará que esperanza de vida y longevidad vayan juntas.
Los animales domésticos viven mucho más que los silvestres o los asilvestrados y es por eso que apoyados en ese dato podemos comprender mejor cómo reforzar la longevidad de aquellos animales que comparten nuestra vida cotidiana. Dado que los animales de compañía tienen una vida más corta que la nuestra, muchas personas se resisten a compartir la vida con un animal, con la excusa de evitarse un sufrimiento.
Esa idea de la pérdida temprana nos acompaña desde el primer día en el que llegan a casa, ya que inevitablemente su existencia será más breve que nuestra propia vida. La esperanza de vida de los perros oscila entre los 7 y los 15 años y en la actualidad es de un promedio de 13 a 14 años. La pregunta siempre latente y siempre vigente es cuánto tiempo más nos acompañará nuestro perro, considerando su corta existencia.
La longevidad de los seres humanos y la de los animales de compañía ha crecido mucho en los últimos años, gracias a los mayores cuidados respaldados en los avances científicos. De la misma manera, los perros silvestres, viven menos de la mitad de lo que lo hacen los domésticos. Las razas más pequeñas, de por sí más longevas, han extendido poco a poco su existencia por mejores cuidados y están llegando a vivir hasta los 17 a 18 años.
Los cambios más relevantes en el estilo de vida de un individuo facilitan duplicar la longevidad. La alimentación juega en ello un papel decisivo, ya que cuando lo alimentamos, le estamos garantizando un ritmo a su metabolismo. Los animales criados en su propio entorno, en libertad, no tienen un acceso constante al alimento, ya que dependen de la caza y de lo que encuentren, o sea de una dieta muy poco constante y aleatoria.
Proporcionar un alimento equilibrado, acorde a la edad y a la constitución de nuestro animal es una de las piezas clave para su salud. Uno de los grandes problemas que no ayudan a extender la longevidad de los perros es la falta de ejercicio. Por otra parte, la actividad física implica un factor muy importante, no solo para el cuerpo, sino también para la mente. La inactividad desconecta el cerebro donde una vida excesivamente ociosa y sin ejercicio hace que un animal entre en un círculo vicioso muy nocivo para la salud.
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