Si nos cruzamos en la calle con una persona que va con un perro, nuestra vista seguramente se depositará en él que seguramente nos devolverá la “gentileza visual”. Los publicistas habilidosos aprovechan esta situación para utilizar al perro como un recurso atractivo en los spots, aunque el producto nada tenga que ver con ellos. implemente llaman la atención.
Existe, en la mayoría de las personas, un deseo muy difícil de frenar vinculado a querer acariciar a los perros o simplemente vincularnos con ellos, tal vez motivado por su aspecto enternecedor.
Pero esta actitud puede transformarse, en una clara amenaza al espacio exclusivo que el animal reserva para sí y su seguridad. Desde la ternura que despiertan, nuestra actitud hacia ellos puede transformarse en una declarada invasión de desagradables y riesgosas consecuencias.
Tal vez la conducta más prudente sea ignorarlos y por ello el mejor consejo, sobre todo para nuestros chicos sería : “Si lo conozco, pregunto y lo toco pero si no lo conozco, no lo toco”, todo con la letra O, fácil de memorizar para los pequeños.
Sigamos el paso por paso de cómo debemos acercarnos a un perro desconocido que está con su tutor.
- Paso 1
El tutor del perro es quien lo conoce, sabe las características del animal y es quién puede orientarnos sobre su reacción, tal vez desalentando que lo intentemos tocar. Por lo tanto, preguntémosle si es posible y la mejor forma de hacerlo. Lo cierto es que no se debe intentar tocar a un perro que esté suelto solo y mucho menos atado ya que puede sentir invadido su espacio exclusivo de seguridad.
- Paso 2
Para saber si el perro está cómodo o manifiesta estrés como anticipo de su disconformidad ante nuestra presencia es bueno conocer sus manifestaciones externas corporales de disconformidad.
Por ejemplo, un perro no está cómodo si bosteza, si mira de reojo, si le caen gotas de la nariz y se relame, si encoge las orejas y mete la cola entre las patas, si nos mira fijamente, gruñe, ladra o muestra los dientes.
Si se observa alguna de estas actitudes lo mejor será dejarlo en paz. Si pudiéramos y quisiéramos acercarnos agacharse es una forma de valorar su conformidad sobre nuestra presencia y actitud. Nunca abracemos, ni besemos a un perro desconocido.
- Paso 3
Las caricias deben ser anticipadas en cuanto a la intención y mejor hacerlas en los costados del cuerpo del animal. Es muy importante no gritar ni sobreexcitar al animal.
Una excelente manera de recordar las premisas imprescindibles de un acercamiento resulta ser la regla de las 4 P del educador canino Santi Vidal:
Preaviso: evitemos las sorpresas. El animal debe conocer nuestra intención por anticipado. Una buena manera de lograr su aceptación o desaprobación segura es iniciando el vínculo puntual poniéndonos en cuclillas.
Permiso: la actitud corporal de cuclillas sería el equivalente a preguntar sobre su parecer acerca de nuestro acercamiento.
Placer: el perro debe disfrutar nuestras caricias en forma clara.
Productividad: es muy importante que el animal saque “un provecho” del contacto aunque sea una simple experiencia de sociabilización.
Si tenemos en cuenta estas premisas el acercamiento debería ser un acto de comunicación bidireccional con absoluto respeto hacia el animal evitando de esa forma consecuencias desagradables.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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