Un estudio realizado por un grupo de científicos internacionales conducidos por expertos de la Universidad de Georgetown descubrió que la vida silvestre de la ciudad podría representar una amenaza menor para futuras pandemias de lo que se pensaba.
Es difícil pensarlas de ese modo, pero las ratas son seres de una inteligencia que les ha permitido superar enormes dificultades en sus hábitat, pero también son vectores o reservorio de numerosas enfermedades. Entre los seres humanos tienen muy mala imagen, muchas personas, incluso, sienten pánico ante su presencia.
“El hombre y la rata siempre se enfrentarán como enemigos implacables”, dijo alguna vez el científico Hans Zinsser. Por supuesto nunca se olvidará que fue la causante de la peste negra, aún considerada la pandemia más devastadora de la historia de la humanidad, que afectó a Europa y Asia en la Edad Media.
Pero a pesar de su vinculación con la muerte, un nuevo estudio viene a mostrar una cara más amable de este roedor ya que indicó que no transmite más patógenos que otros mamíferos con una imagen social mucho más amable.
Científicos de la Universidad de Georgetown en EE.UU. junto a un equipo internacional estudiaron casi 3.000 especies de mamíferos y buscaron cuántas enfermedades se sabe que circulan en ellos. Así, descubrieron que los mamíferos que habitan en las ciudades, como es el caso de las ratas, albergan 10 veces más microorganismos causantes de enfermedades que los de las zonas rurales. Pero los investigadores notaron que esto era solo una parte de la verdad, ya que detectaron que los animales urbanos han sido aproximadamente 100 veces más estudiados que los de las áreas rurales. El estudio fue publicado el 2 de mayo en Nature Ecology and Evolution.
Esto es llamado en ciencia “sesgo de muestreo” y, cuando los investigadores lograron superarlo vieron que las especies que habitan las ciudades no tienen más probabilidades de ser un reservorio de enfermedades que cualquier otra criatura.
La pandemia de COVID-19 ha despertado un gran interés en saber dónde se corre el mayor riesgo de que surjan futuros brotes. Los científicos han sospechado durante mucho tiempo que las ciudades podrían ser un punto crítico para el riesgo de brotes, gracias a especies como las ratas que viven junto a nosotros.
El autor del estudio, el doctor Greg Albery, reconoció que es normal suponer que los animales que viven en la ciudad albergan más enfermedades debido a que habitan cerca de muchas personas, pero dijo estar convencido de que los datos empíricos no respaldan esto.
“Hemos observado más animales en nuestras ciudades, por lo que hemos encontrado más de sus parásitos, y hemos comenzado a obtener rendimientos decrecientes”, dijo. “Esto probablemente significa que los animales urbanos no esconden tantos patógenos novedosos importantes como podríamos pensar, aquellos que podrían causar la próxima ‘Enfermedad X’”, explicó.
Existe “impresionante” diferencia entre la percepción y la realidad, dijo. Esto condujo a un prejuicio exagerado sobre los animales que viven en las metrópolis. Incluso puede exonerar a la fauna de la ciudad de ser considerada como “hiper-reservorios” de enfermedades infecciosas, consideró.
Albany analizó únicamente lo que ocurre con los mamíferos, pero consideró que también es “extremadamente probable” que otros animales señalados con la misma culpabilidad que tienen las ratas, como por ejemplo las palomas, también hayan sido juzgados con demasiada dureza y probablemente no sean una fuente tan grande de enfermedades infecciosas como se creía.
“Todavía no está muy claro si los animales urbanos realmente tienen más enfermedades o si simplemente están más cerca de nosotros”, dijo el especialista a The Telegraph. “Todos los animales tienen enfermedades, y es la forma en que interactuamos con ellos lo que a menudo determina el riesgo que representan para nosotros. De cualquier manera, estigmatizar y valorar a los animales en función de su limpieza percibida solo es valioso si nos ayuda a evitar contraer enfermedades; parece que minimizar el contacto con todos los animales salvajes, ya sean rurales o urbanos, podría ser la mejor medida”.
El doctor Colin Carlson, biólogo de la Universidad de Georgetown y coautor del artículo, señaló al mismo medio que los resultados plantean dudas sobre si la ciencia ha sobreestimando el riesgo que plantea la urbanización. Agregó que los resultados tienen implicaciones sobre cómo se rastrea la propagación de enfermedades en la vida silvestre y cómo se monitorea su capacidad de saltar de animales a humanos, como lo hizo COVID-19.
“Parte del objetivo más amplio de nuestro equipo aquí es hacer que todos den un paso atrás mientras observamos el trabajo posterior a la pandemia y decimos: ¿estamos buscando en los lugares correctos? ¿Tienen sentido nuestros planes? No es que las enfermedades no se propaguen en los entornos urbanos, pero es posible que no queramos especializarnos demasiado en un tipo de lugar donde vive la gente”, agregó Carlson.
“Si queremos centrarnos mejor en la vigilancia, debemos pasar de este tipo de enfoque a recopilar y compartir realmente datos detallados sobre la transmisión, es decir, la prevalencia real de los virus de interés en huéspedes urbanos, rurales o salvajes”, concluyó.
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