Existe una premisa que muchos profesionales enarbolan cuando un cachorro está en período de vacunación, en general antes de los cuatro meses de edad, que consiste en decir taxativamente “no saque su cachorro a la calle”.
Esa frase debería transformarse en “no saque a su cachorro a pisar vereda”, pero sí hágalo en una mochila para perros, en un “changuito”, en un carrito de compras, a upa, en auto, etc. Y hágalo a modo de costumbre cotidiana exponiéndolo a bocinas, luces, autos, ómnibus, trenes, diferentes ambientes y personas.
Salir al mundo y conocerlo cuando cachorro no significa necesariamente pisar la vereda urbana que pueda contagiar enfermedades.
Lo importante es lograr, en la etapa sensible del animal llamada imprinting, troquelado o impresión, que se acostumbre a diferentes estímulos que no generarán miedos en la etapa adulta, logrando un animal seguro y equilibrado, con una convivencia agradable.
El miedo, manifestado en forma moderada, es una sensación benéfica y positiva que permite estar alerta frente a una amenaza; pero cuando se transforma en una sensación o sentimiento que gobierna la vida deja de tener efectos positivos para transformarse en lo que se llama una carga alostática de stress que aumenta nuestro cortisol circulante con todos los efectos adversos que ello conlleva.
Los animales urbanos de compañía son más sensibles al miedo que otros.
Sin duda, el hecho que padezcan un exceso de miedo se explica por la falta de una adecuada sociabilización en tiempo y forma, y por una mayor percepción del entorno que los animales tienen a través de sus sentidos.
Entre los sesenta días y los cuatro meses de edad es indispensable sociabilizar al animal haciéndole conocer el entorno y ofreciéndoles variedad de estímulos.
La sobreprotección y el mal asesoramiento confina al perro a su casa hasta una edad donde la etapa sensible ha concluido y cualquier modificación de la conducta resulta compleja de implementar en el futuro.
Es necesario equilibrar la protección contra enfermedades somáticas infecciosas con la maduración cognitiva siendo esta última un factor fundamental de equilibrio vital.
Esta actitud de mantener al cachorro en un aislamiento atenta contra su normal desarrollo emocional y cognitivo.
Consejos para que en los paseos los perros se desarrollen emocionalmente
El perro es un “chusma natural” y cuando sale a explorar su entorno inmediato “está leyendo el diario” o “conociendo las noticias del día”. A través de las imágenes olfativas percibe en sus salidas la actividad de sus congéneres en el barrio, quién pasó y quién estuvo. Esa información y estimula su capacidad cognitiva y su desarrollo emocional.
Es fundamental entender que el paseo no es solo un paseo higiénico para evitar que las necesidades caninas se depositen en casa, sino que se trata de una necesidad emocional que lleva su tiempo y que hay que respetar.
En el caso de los cachorros es muy probable que algún profesional nos aconseje no sacarlo a la calle al no estar protegido por un plan vacunal completo. Esto es cierto y es muy importante, ya que se trata de su protección contra enfermedades físicas, pero las salidas marcan su maduración y sobre todo su futura relación con su entorno. Es por eso que podemos y debemos sacarlo a la calle, aunque nunca pise la vereda.
Una vez que ya tenga sus vacunas completas y pueda caminar a nuestro lado, los primeros paseos debemos tomarlos con mucha calma y paciencia ya que debemos apoyarlo emocionalmente para que no se asuste de su nueva realidad y la pueda ir asimilando. Deberá aprender a caminar a nuestro ritmo, a socializar con el resto de perros, a hacer sus necesidades en el exterior.
El animal no va a aprender todo esto en un solo día. Hasta que aprenda todas estas cosas, lo recomendado es sacar a la calle al animal todas las veces que nuestros tiempos lo permitan.
Sobre la frecuencia con la que los perros necesitan salir a pasear, no hay una cifra exacta; pero lo recomendable para que crezca sano y feliz es entre dos y cuatro veces por día con una duración de entre veinte minutos y media hora cada una de ellas.
Los paseos diarios son una magnífica oportunidad para disfrutar de un tiempo de calidad juntos. Este rato es extremadamente importante para el desarrollo del comportamiento de tu perro y sentará la base de una relación de confianza.
Si salen a jugar al parque y hay otros perros y otras personas, tu perro los asociará con algo bueno, lo cual ayudará a que sea un perro más sociable y menos agresivo. Sino el perro será temeroso, cobarde, y que quizá agreda en función de que todo lo considere un desafío. Jugar es además una gran manera de conocer más sobre tu perro. Obsérvalo bien cuando jueguen juntos y podrás descubrir muchas cosas sobre él.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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