Los leones son seres amantes de sus manadas, pero un tanto solitarios. Protegen su territorio de modo aguerrido y tienen la capacidad de acabar con una amenaza apenas con un golpe. Aunque sus reacciones feroces concuerdan con sus necesidades para vivir en la naturaleza, los científicos consideran que esta condiciones representa un desafío a considerar para los leones habitantes de reserva o en espacios de cautiverio naturalmente controlado. Dos condiciones que se acrecientan cada año en virtud de la pérdida de su hábitat.
Un grupo de investigadores que comparten con leones parte de su tarea en la reserva de vida silvestre en Dinokeng, en Sudáfrica, detectaron que con la aplicación intranasal de una dosis de la llamada “hormona del amor”, la oxitocina, convertía a las fieras en animales menos agresivos y peligrosos que hacen que los encuentros con leones sean menos peligrosos para la vida. Su trabajo aparece el 30 de marzo en la revista iScience, perteneciente al grupo Cells.
Estos especialistas que vienen trabajando hace tiempo con la oxitocina como estrategia, pudieron concluir en un documento que los leones se convierten en más cercanos y accesibles con sus vecinos, además de tener una actitud menor de alerta frente con los extraños. Este descubrimiento que puede tener un costado simpático, pone en evidencia algunas conclusiones interesantes que podrían colaborar con las políticas de conservación, debido a que muchas reservas se ven obligadas a incluir a manadas ajenas entre sí, lo que en la naturaleza no sucede, pero ante el riesgo de las especies, se ha vuelto una constante cada vez más presente.
Jessica Burkhart, primera autora del documento y especialista Departamento de Ecología, Evolución y Comportamiento de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos, declaró: “Siempre me han gustado los leones. Me involucré en la investigación porque me cansé de examinar cerebros de animales en el laboratorio y quería estudiarlos en la vida real”. Los leones viven socialmente en manadas mientras ganan y defienden sus territorios en la sabana africana.
“Los leones machos, por ejemplo, dejarán la manada cuando tengan un par de años y se encontrarán con otros leones machos que no conocen y con los que no están emparentados, y formarán lazos de por vida”, indicó Burkhart. Estos tipos de comportamientos indicaron que los leones, a diferencia de los guepardos o leopardos solitarios, están biológicamente programados para ser sociales en algunas situaciones, lo que los convierte en una especie de prueba interesante para la intervención de la oxitocina.
En los mamíferos, la oxitocina es la principal molécula que fortalece los lazos sociales. Surge dentro del cerebro de una madre cuando mira a los ojos de su recién nacido, promoviendo sentimientos de bienestar y felicidad, mientras hace que el bebé quiera agarrarse al pecho para mamar. Científicos de diferentes áreas han comprobado efectos similares en otras especies. De hecho, terapeutas incluso sugieren que las parejas que experimentan problemas pueden beneficiarse de un mayor contacto visual, que libera oxitocina. Trabajando en la reserva de vida silvestre en Dinokeng en los veranos de 2018 y 2019, Burkhart y sus colegas de la Universidad de Minnesota realizaron una prueba usando trozos de carne cruda para atraer a los leones a una cerca, mientras se intentaba ofrecer inhalación de oxitocina. La hormona tuvo que ser rociada directamente por la nariz, usando un dispositivo similar a una botella antigua de perfume antigua. Ese era el modo de permitir que la hormona viajara directamente al cerebro.
Después del experimento, los 23 leones que recibieron oxitocina se volvieron más tolerantes con las otras fieras convincentes en su espacio. Esto se midió al ver qué tan cerca un león que está en posesión de un objeto deseado, en este caso un juguete, permitirá que otros se le acerquen. “Después de que fueron tratados con oxitocina, y les dimos su juguete de calabaza favorito, vimos que la distancia promedio entre ellos disminuyó de unos siete metros sin tratamiento a unos 3,5 metros después de administrar la oxitocina”, reveló Burkhart.
Los leones no reaccionaron cuando se reprodujeron rugidos grabados de intrusos desconocidos, a diferencia de los del grupo de control que no fueron rociados con nada o fueron rociados con una solución salina.
“La reducción de la hostilidad hacia los extraños fue un hallazgo particularmente alentador -confirmó Burkhart-, porque se sabe que la oxitocina tiene un lado oscuro en los humanos: si bien promueve sentimientos positivos en los miembros de un grupo, puede aumentar la rivalidad con los extraños. Pero nuestras conclusiones revelan que el tratamiento podría ser útil en varios escenarios”. Según enumeraron los especialistas, podría ayudar a unir leones desconocidos rescatados de situaciones abusivas, como circos o zoológicos en zonas de guerra, que luego son colocados en santuarios. En segundo lugar, a medida que las ciudades de África se expanden territorio urbanos, anteriormente pertenecientes a los leones, los conservacionistas se ven obligados a transportar a los felinos a reservas privadas donde se albergan manadas diferentes, y la oxitocina podría ayudar a prevenir conflictos. También podría ayudar a las reubicaciones en la naturaleza, ayudando a los leones a “inclinarse más a su nuevo entorno social para que sean más curiosos y menos temerosos, lo que lleva a una vinculación más exitosa”, sostiene Burkhart.
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