Quizás las conclusiones de esta nota no sean directamente aplicables o tenidas en cuenta en nuestro país, pues existe entre nosotros una lucha sin cuartel para concientizar sobre la importancia de la recolección de la materia fecal canina a efectos de evitar el fecalismo vial urbano y sus consecuencias nefastas como la transmisión de enfermedades, los posibles accidentes y el impacto directo sobre la higiene urbana.
Pensemos que en la Argentina hay 15.000.000 de perros y si suponemos que cada uno de ellos solo defeca 200 gramos por día, estaríamos hablando de 3.000 toneladas diarias de materia fecal canina por día aportada a la superficie para bien o para mal.
Hecha esta importante salvedad, lo cierto es que cuando los tutores pasean con sus perros, los llevan a los parques urbanos, donde orinan y defecan. Observando esta conducta, un grupo de investigadores afirma que no se han cuantificado ni calificado debidamente los aportes de nutrientes a través de las heces y la orina de los perros en los ecosistemas urbanos.
De esta manera, se ha realizado un estudio en el cual estimaron la magnitud del aporte a la fertilización de la materia fecal y la orina de los perros en los ecosistemas urbanos, prestando especial atención a la cantidad de nitrógeno y de fósforo y sus efectos sobre la biodiversidad vegetal.
Lo que hallaron es que los aportes de fertilización canina con relación al nitrógeno y al fósforo ascienden en promedio a 11 kilos de nitrógeno (partes iguales entre orina y heces) y 5 kilos de fósforo (predominantemente de las heces) por hectárea y por año.
Esos niveles de aportes de nutrientes pueden influir considerablemente en la biodiversidad y el funcionamiento de los ecosistemas, y ser determinantes en los resultados de la salud y el crecimiento y desarrollo del mundo vegetal del entorno canino y urbano en general.
Los resultados respaldan la necesidad de aconsejar que las administraciones municipales consideren esos aportes de nutrientes que producen los perros y que actualmente se descuidan en los planes de manejo de las áreas verdes urbanas.
Otra conclusión es que, en ecosistemas con suelos pobres en nutrientes, pero con especies vegetales arraigadas y adaptadas, hay que establecer parques cercados para perros sin correa.
Por otra parte, los tutores de perros deben ser conscientes del papel de su animal de compañía como “fertilizante” del entorno resaltando la obligación de eliminar adecuadamente los desechos fecales caninos.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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