El tigre es uno de los mayores depredadores del planeta, y sabe utilizar todas las ventajas estratégicas de su intenso color para no ser detectado. Es uno de los animales más hermosos del universo natural, tiene un aspecto asombroso, es muy especial y único.
Al compararlo con animales semejantes por sus características predatorias, su color de base pardo intenso, casi rojizo, se diferencia del color de los leones, los pumas y otros felinos.
El color en la naturaleza siempre es adaptativo a la función y al entorno, y responde a una razón evolutiva: el poder mimetizarse con el entorno y así, en el caso de los predadores, capturar mejor a sus presas.
Pero en el caso de los tigres ocurre distinto, ya que la intensa tonalidad de su piel resalta sobre el medio natural en el que le toca vivir, aun cuando trate de ocultarse.
Sin embargo, ese aspecto no los hace fácilmente identificables para las especies por él predadas. Tengamos en cuenta que los seres humanos, a diferencia de otros animales, vemos al tigre como lo vemos gracias a que tenemos una visión de color tricromática.
La luz, cuando entra en nuestro ojo, es procesada en la retina por dos tipos de receptores de luz: los bastones (detectan las diferencias entre luz y oscuridad) y los conos (perciben el color que surge de la fusión de los tres primarios, azul verde y rojo). Nuestra visión es tricromática ya que tenemos tres tipos de conos que captan diferentes colores. Este tipo de visión es compartida por algunos otros simios.
Pero para la mayoría del resto de mamíferos, como perros, gatos, caballos o ciervos, la visión es solo dicromática, sus retinas sólo contienen dos tipos de conos que les permiten diferenciar solo dos colores: azul y verde. Por ejemplo, los perros ven en colores, solo en dos colores y su combinatoria, eso significa que ven en colores pero diferente a nosotros. Es esa la principal ventaja que tiene el tigre como depredador.
Los humanos que, por un defecto congénito sólo obtienen información a partir de dos conos, son los llamados daltónicos, y no pueden distinguir tonos entre los rojos y verdes.
Las presas más apetecibles para el tigre, los ciervos, poseen una visión dicromática, por lo que no pueden identificar los colores rojizos, como el naranja del pelaje del tigre. Entonces, en lugar de percibir este intenso color rojizo, que para el ojo humano es altamente llamativo, lo ven verde, mimetizándose así con el entorno al ocultarse detrás de un arbusto o en el pasto.
En la “carrera evolutiva” los ciervos y otros rumiantes desarrollaron una pupila rectangular que amplía el ancho de su campo visual, pero no llegaron a obtener una visión tricromática que les permitiera librarse de uno de sus principales predadores. Seguramente, habría desequilibrado la interrelación de las especies de haber cambiado drásticamente el panorama de su ambiente.
Lo cierto es que el color del tigre ha ido evolucionado a lo largo del tiempo, para funcionar como sistema de mimetismo, de camuflaje y para protegerse bien en su entorno selvático.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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