Muchos animales expresan la noción de comprender las diferencias de cantidades, en el sentido matemático, y más aún el concepto del cero, la carencia absoluta de algo.
Sin duda, los primates encabezan la lista de los animales que tienen esta cualidad, pero no están solos en esta lista.
Otro de los animales que se destacan en este sentido son los cuervos, una de las aves más inteligentes y audaces que existen y que tienen cierta capacidad matemática.
Los córvidos no solo son capaces de distinguir diferentes cantidades y comprender cuáles son mayores que otras, sino que también pueden entender conceptos complejos como la suma.
Un reciente trabajo de investigación permitió confirmar que en los cuervos había ciertas neuronas asociadas a los distintos valores positivos de números sencillos como el uno, el dos o el tres, y que también había una señal específica para el conjunto vacío: el cero.
Los primates, entre ellos los chimpancés, también son capaces de distinguir el concepto de cero. Esta capacidad parece estar localizada en la zona parietal del neocórtex, la capa del cerebro más reciente en nuestra historia evolutiva.
Lo llamativo es que las aves no disponen de esta región de la corteza cerebral, lo que indica que esa capacidad de reconocer el cero ha surgido de forma independiente en distintos grupos animales, aunque obteniendo un resultado similar.
A este fenómeno le llamamos convergencia evolutiva. Esta característica efectivamente ha surgido múltiples veces en la historia de la vida, en animales muy distintos, no solo en aves y en mamíferos.
Las abejas y algunas especies de hormigas también tienen la capacidad de comprender el concepto de cero.
Fuera de los insectos, las sepias y los pulpos, también parecen reconocer el valor del cero. Estos fascinantes animales son sumamente inteligentes y han demostrado tener incluso la capacidad de previsión y planificación de futuro.
No sería raro que, con el tiempo se vayan investigando este tipo de capacidades en más animales y vayan surgiendo sorprendentes nuevos casos.
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