El contrato animal, esa relación de acuerdo entre el ser humano y las especies animales, tiene en el gato doméstico una de sus más claras expresiones.
En los últimos 6.000 años los gatos y los humanos han desarrollado una relación de mutua ayuda donde a través de la acción del ser humano como seleccionador, los felinos domésticos han renunciado gradualmente a algunas características de sus ancestros silvestres a cambio de haber obtenido una fuente continua y confiable de alimento y sustento acercándose a los grupos humanos.
Por su capacidad para cacería y de ahuyentar roedores y alimañas que amenazaban los primeros depósitos de las cosechas de granos, los gatos se convirtieron en animales de compañía populares que desde África y Asia se expandieron por el resto del mundo.
Por miles de años y a través de cientos de generaciones, la reproducción de los gatos ha sido gestionada parcialmente por los humanos. Esta situación no sólo ha cambiado su comportamiento de origen, también el tamaño de sus órganos internos, relacionándolo con su funcionalidad.
Un estudio científico se ocupó de comparar el tamaño de los cráneos de los gatos domésticos contemporáneos con otras especies de gatos silvestres, especialmente con el gato salvaje africano (Felis silvestris lybica), especie considerada como el origen del gato doméstico, hecho atribuido a los egipcios.
Al comparar el tamaño de sus cráneos, se halló que el cerebro de los gatos domésticos ha experimentado un descenso significativo en su tamaño durante los últimos 6,000 años.
Este resultado es coincidente con otros estudios previos que plantean que el tamaño del cerebro de los perros, ovejas y conejos contemporáneos ha disminuido comparado con sus ancestros no domesticados.
Una de las posibles razones del descenso en el tamaño cerebral se debe a una disminución observada en las células encargadas del procesamiento y la respuesta ante amenazas.
De acuerdo con ello, a partir de la relación que los gatos han establecido con humanos desde hace unos 6.000 años, tanto ellos como el resto de animales domésticos en los que se ha observado esta disminución (especialmente los perros) enfrentan menos amenazas en su día a día, al estar más protegidos, desarrollando su vida en ambientes controlados por humanos, en los que se registran menor número de amenazas.
A través del tiempo y a pesar de la selección artificial, producto del accionar humano han prosperado aquellos gatos con menor desarrollo de la cresta neural, zona de asiento de los núcleos cerebrales relacionados con la defensa hacia las amenazas, y como consecuencia el tamaño de los cerebros felinos ha disminuido.
Las investigaciones aseguran también que la selección artificial también se había encargado de modificar el hocico de los gatos y haciéndolo más pequeño, mientras que el tamaño del paladar en los gatos domésticos y sus ancestros salvajes no manifiesta diferencias entre ambos, garantizando el tamaño del órgano vomeronasal que permite la discriminación de olores y una ventaja altamente significativa para los felinos en el mundo de los humanos.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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