Más de una vez presenciamos diferentes conversaciones en las que se debatían opiniones con respecto al cambio climático. Nos han repetido en reiteradas oportunidades que se trata de un fenómeno ajeno, lejano, que no nos toca de cerca. Incluso, algunos llegan a pensar que la situación no es tan grave como se plantea.
Nada más alejado de la realidad tener por cierto un pensamiento de ese estilo.
El cambio climático comenzó a influir en nuestras vidas ya hace muchos años y muestra sus consecuencias claras en múltiples aspectos de la cotidianeidad de cada uno. En nuestros animales de compañía también se puede ver plasmada su influencia.
Hace veinte años en Argentina no existían como propias, como endémicas, algunas enfermedades transmisibles por insectos como pueden ser las que transmiten las pulgas, las garrapatas y los flebótomos.
Actualmente aquellas enfermedades de la sangre transmitidas por la acción inoculadora de pulgas, garrapatas y flebótomos a nuestros animales de compañía son una realidad tangible y se han diseminado ampliamente en toda la población.
Junto con estas enfermedades de vector necesario aparecen otras enfermedades emergentes, algunas de las cuales pueden traer graves consecuencias a los seres humanos.
Entre ellas surge la brucelosis canina, patología casi desconocida hace unas pocas décadas y que hoy existe entre nuestros perros pudiendo generar serios daños en los seres humanos contagiados.
Estudios llevados a cabo por la Universidad Nacional de San Martín han determinado la incidencia de esta enfermedad en vastas áreas del conurbano bonaerense y, siguiendo con su línea de trabajo y a través de una de sus empresas “incubadas”, han generado un revolucionario método de diagnóstico rápido que permite la detección precoz del este flagelo emergente.
Cómo es la conexión entre ambos fenómenos
Sin duda, la falta de control adecuado de los ectoparásitos, el cambio climático y la dificultad diagnóstica han favorecido a la aparición y han atentado contra la limitación de estas enfermedades de nuestros perros.
No obstante, vale la pena plantear algunas soluciones, como por ejemplo incrementar el uso de pipetas y collares con efecto antifeeding, la consabida repelencia, que no ejecutan los famosos comprimidos que solo actúan cuando el insecto pica; la castración precoz de nuestros perros, sobre todo machos, evitando la procreación indeseada y descontrolada y la detección precoz de la brucelosis canina actuando en consecuencia sobre la enfermedad tempranamente.
Todo esto se sabe por la existencia del sistema público de investigación que tantas veces fue castigado y demuestra claramente su intención de proteger a nuestros ciudadanos de manera silenciosa pero muy eficazmente.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.