Los perros son de los animales más dúctiles e inteligentes, con una gran capacidad de aprender nuevos comportamientos, y también por la forma en la que utilizan el olfato superlativo y el oído superior para percibir e interpretar el mundo que los rodea.
La observación del entorno también juega un papel importante en este proceso, por lo que son capaces de darse cuenta cuando lo que ocurre frente a sus ojos no se ajusta a las previsibles leyes de la física clásica que, por supuesto, nunca han estudiado pero perciben por el mecanismo de prueba y error.
En la experiencia, en un primer video, se le mostraba a un grupo de perros una pelota que luego de rodar colisionaba con otra, provocando que el objeto impactado comenzará a moverse, un hecho previsible y que sigue las reglas básicas de la física.
En un segundo video, los objetos seguían las mismas pautas que en el primero, con la diferencia de que la segunda pelota comenzó a moverse sin haber sido impactada, lo que representa un “incumplimiento de la conducta esperada” que los perros conocían sobre el comportamiento que los objetos debían mostrar.
Este tipo de presuposiciones de comportamiento de acciones también han sido estudiadas en primates.
Por medio de técnicas técnicas de seguimiento ocular y pupilometría, los investigadores lograron determinar que los animales siguieron de cerca los movimientos y la secuencia de los objetos en ambos videos. No obstante, al observar el segundo, los perros fijaron su vista durante mayor tiempo sobre la pelota que debía chocar y poner en movimiento a la segunda.
Esto sería la consecuencia de que los perros tienen en claro que el impacto de la primera pelota es lo que causa el movimiento de la segunda, y por ello ocurre su mayor fijación sobre la primera pelota cuando ello no ocurre y se frustra su percepción anticipada.
Todo sugiere que los perros involucrados en el trabajo de investigación tuvieron una especie de estado de mayor receptividad, en espera de que algún otro acontecimiento explicara el movimiento de la pelota.
Todos estos hechos podrían apuntar a que los perros tienen expectativas implícitas sobre lo que debería ocurrir, según las leyes de física y esta capacidad no está restringida exclusivamente a las especies de mamíferos que utilizan herramientas.
De alguna manera esto se acerca mucho al conocimiento de las leyes de física y los principios de predictibilidad.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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