La ternura es, muchas veces, una respuesta a las características infantiles que presenta un animal.
En 1943, Konrad Lorenz, luego Premio Nobel de medicina, propuso el término kindchenschema o esquema de bebé para referirse al conjunto de rasgos que nos enternecen a los seres humanos en nuestros bebés o los de otras especies o en otros personajes ficticios: mejillas regordetas, cara redonda, cabeza y ojos grandes y nariz pequeña en proporción al resto del cuerpo.
Todo esto ha sido reconocido y aprovechado por la industria del cine y la TV al diseñar personajes que despiertan altas dosis de ternura y duradera empatía.
Esta apreciación de Lorenz tiene una base biológica, ya que es una estrategia adaptativa que mejora las posibilidades de que nuestra descendencia sobreviva, al incentivar un mejor y mayor cuidado.
Esta percepción especial de los mamíferos , que son quienes a través de la lactancia deben garantizar la salud de las crías en el principio de la existencia, no solo ocurre en bebés humanos si no también con gatos y perros.
Las madres de mamíferos tienden a fijar más su mirada en los ojos de las crías, lo que le da información sobre el estado emocional y permite incrementos de la hormona fundamental del apego y la lactancia: la oxitocina, la llamada hormona del amor.
También los niveles de progesterona y estrógeno influyen en el comportamiento de afecto o protección hacia el bebé, sobre todo en su etapa más tierna en la vida. Todo esto es extrapolable a nuestra relación con los perros o los gatos.
Los cachorros perrunos aprovechan el efecto de su kindchenschema, con nosotros, al ser adoptados, elegidos y protegidos a la edad en que son destetados y separados de sus padres, que es cuando muestran, además de su máxima ternura, el mayor nivel de riesgo de mortalidad.
Todos los animales, sin excepción, contamos con cerebros compuestos por el mismo tipo de neuronas y no hay razón por la cual otras especies no puedan enternecerse hacia sus crías como un fenómeno deseable para garantizar su adecuada crianza.
Millones de perros y gatos son las pruebas vivientes de la manipulación cotidiana de nuestras emociones a través de su apariencia, y un claro testigo de ello son las más de 26 mil millones de visualizaciones de videos de gatos en las redes, los más populares y comentados a la hora de dejarnos la ternura a flor de piel.
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