El descubrimiento del fuego fue clave en la transformación del género humano. La evidencia más temprana del uso humano del fuego se remonta al este de África, hace 1,5 millones de años, y se cree que los incendios forestales habrían sido los que desataron la curiosidad sobre este fenómeno.
Quienes controlaron primero el fuego ya estaban acostumbrados a verlo consumir la vegetación accidentalmente. Por otra parte, parece que no eran sólo los humanos los que conocían y manejaban el fuego.
Cada vez existe más evidencia de que otros animales son capaces de llevar a cabo las habilidades conductuales y cognitivas necesarias para aprovechar el potencial del fuego.
Sin duda, el rol fundamental del fuego en la cultura humana es la cocción. Tal como dice un axioma: “La cocina nos hizo humanos”. Además de ello, el fuego brinda luz, conservación de alimentos y protección contra depredadores.
Si bien las respuestas animales al fuego son variadas, algunos obtienen ventajas al asociarse con los paisajes quemados. Sorprende observar que los animales que viven en entornos propensos a los incendios no necesariamente evitan los incendios forestales y pueden asociarse activamente con ellos. Tal es el caso de los lobos, que se benefician con la reducción de la cobertura vegetal y el aumento de la abundancia de presas, que se sienten atraídas por los nuevos brotes que echan raíces.
Los incendios forestales abren el paisaje, lo que facilita la búsqueda de comida.
Múltiples observaciones sugieren que los grandes simios pueden al menos comprender lo que se debe y lo que no se debe hacer con el fuego. Algunas aves también pueden hacerlo.
La cognición compleja puede manifestarse en parientes tan lejanos como las aves. Los cuervos, a veces, esconden velas encendidas en la hojarasca; presionan palos humeantes contra su plumaje y encienden fósforos golpeándolos con el pico. Estas aves poseen una destreza técnica extraordinaria y cerebros densamente poblados a pesar de estar evolutivamente y filogenéticamente muy lejos de nosotros. Muchos primates y aves de la familia de los cuervos poseen en su bagaje genético conductual todos los requisitos necesarios para la piro cognición.
Quizás nuestros antepasados también viajaron y buscaron alimentos cerca de los incendios forestales, al igual que los chimpancés de la sabana y los monos verdes. Cuando encontraron bocados sabrosos luego de los incendios forestales, es posible que hayan aprendido a viajar a áreas quemadas. Más tarde, podrían haber sido cocineros oportunistas al colocar alimentos crudos en incendios forestales o brasas.
El manejo del fuego parece no ser exclusivo de nuestro linaje, como lo demuestran los simios y los cuervos en algunas pautas de su sorprendente comportamiento.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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