Los profesionales de la salud reconocen que los procesos de internación son una causa de estrés para el paciente, sumado también al que ya ocasiona la enfermedad en sí. Sin embargo, afirman que para estos casos, es importante trabajar y reforzar la restitución con sus vínculos ya que las interacciones durante la internación, ayudan al paciente brindando estabilidad emocional, bienestar y reforzando su autoestima. Así surge la terapia de mascotas.
La aparición de este tipo de terapia data de 1861, pero fue en el año 1995 cuando se publicó un artículo en JAMA (Journal of the American Medical Association), en donde se destacaron los beneficios de la terapia asistida por mascotas y desde ahí, innumerables centros han repetido la experiencia y han mostrado incidencia y beneficios en la salud psíquica, cardiovascular, en el manejo del dolor y otras situaciones estresantes.
En la actualidad, esta terapia se usa en muchas enfermedades de tipo cardiovasculares, oncológicas, mentales y en condiciones crónicas.
Liliana Ortega, Jefa de Pediatría del IADT, explica: “El Dr. Florencio Escardó, uno de los padres fundadores de la pediatría y promotor de la internación conjunta madre-hijo en los años de 1950, a veces “recetaba un perro”. Escribía “un perro” en la receta. Sólo eso. ¿No parece impensable que décadas atrás los niños quedaran internados sin sus padres? Por otro lado, las mascotas también son compañía, consuelo y confidentes. Alivian la soledad, el miedo y el dolor, colaboran con la estabilidad emocional”, sostiene la profesional quien comenta que en el Servicio de Pediatría del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento idearon el “Proyecto 4 patas”, en el cual se habilitan las visitas de mascotas para aquellos que estén atravesando una internación, siempre que cumplan con el protocolo institucional y según las condiciones del paciente.
“Nuestro servicio también fomenta y organiza la visita de hermanos y abuelos en pacientes crónicos e inclusive en los chicos internados en Terapia Intensiva. ¿Por qué las mascotas deberían ser la excepción? Todo aquello que sume, siempre que tenga evidencia científica, estará en nuestro repertorio terapéutico”, agrega Ortega.
El amor por una mascota, tanto de un niño como de un adulto, es uno de los lazos afectivos más significativos, positivos y profundos que tiene una persona. Las mascotas acompañan al hombre desde los albores de la humanidad y en el caso de los niños, particularmente, desarrollar apego con una mascota produce un efecto positivo en la autoestima, el desarrollo social y cognitivo.
Sumado a esto, el contacto con el animal, abrazar, besar y acariciar, produce una sensación física de bienestar que posee un maravilloso correlato biológico a través de la liberación de una hormona llamada oxitocina. “Esta hormona es liberada tanto en perros como en humanos durante esa interacción. La oxitocina es la responsable de crear vínculos (es la hormona del parto) y se demostró que estaba elevada en los niños que besaban y tenían contacto físico con su mascota. Por contrapartida, se ha demostrado una disminución de la liberación de hormonas que mediatizan las respuestas biológicas al estrés”, afirma la Dra. Ortega.
Partiendo de la premisa que un pediatra no atiende sólo al niño, sino a su familia, es que se decide incorporar a las mascotas como un miembro clave de su entorno. “Es obvio que el vínculo de un niño con sus padres o adultos de crianza es irremplazable, pero aquellos otros, tales como familiares, personas significativas y mascotas colaboran con la sensación de placer, bienestar y estabilidad emocional”, concluye la profesional.
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