La tecnología actual permite, a través del rastreo GPS con monitores, establecer las pautas reales de la migración de muchas especies de aves terrestres que realizan largas travesías marítimas.
Se descubrió que todas las aves aprovechan el viento y la elevación por las diferencias térmicas para reducir el gasto de energía durante el vuelo.
Muchas veces cambian acomodaticiamente las rutas beneficiándose con mejores condiciones atmosféricas. Volar sobre mar abierto entraña numerosos peligros para las aves migratorias terrestres.
Las aves terrestres no pueden descansar ni alimentarse del agua, como lo hacen las aves marítimas, por lo que sus travesías oceánicas son vuelos sin escalas.
Era una creencia que las grandes aves terrestres solo manejaban travesías de menos de 100 kilómetros y evitaban volar sobre el océano abierto. Los avances recientes dieron por tierra a esa suposición.
Instalando pequeños dispositivos de rastreo GPS en las aves se demostró que vuelan cientos o incluso miles de kilómetros sobre el mar abierto como parte habitual de su ruta o esquema migratorio. Varias son las bases sobre las cuales se puede lograr esta hazaña.
Tratar de mantener un vuelo aleteando sin escalas no sería posible para aves terrestres grandes y pesadas, por su alto costo energético. El viento de cola, un viento horizontal en la dirección de vuelo de las aves, es un gran factor de ayuda para lograr el objetivo ahorrando energía.
Los hallazgos de las investigaciones confirman el papel del viento de cola para facilitar el comportamiento de cruce del mar, y también revelan el uso generalizado de las térmicas para ahorrar energía durante estos vuelos sin escalas.
La elevación adecuada provocada por las térmicas, significa menos resistencia, lo que hace que la travesía por mar sea menos exigente en términos energéticos.
Las aves migratorias ajustan sus rutas de vuelo para beneficiarse de las mejores condiciones de viento y elevación cuando vuelan sobre el mar, lo que les ayuda a mantener el vuelo durante cientos y miles de kilómetros.
Las rutas migratorias son sensibles a cualquier cambio climático de la Tierra y se ven afectadas por el clima cambiante, dañando a muchas de estas especies cuya supervivencia depende de ello.
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