A pesar de que la domesticación del caballo es relativamente reciente, el lugar donde se produjo este hecho evolutivo era hasta ahora un enigma.
Gracias a la genética, se ha podido localizar en las estepas del norte del Cáucaso el punto de partida del camino compartido entre humanos y équidos. El caballo fue domesticado hace 4.200 años, miles de años después que el perro, la vaca o la oveja.
Pero su domesticación “transformó la historia de la humanidad a una escala sin precedentes, por lo que este animal ofrecía: movilidad, velocidad, instrumento de guerra”, explica a la AFP el paleogenetista Ludovic Orlando, que dirigió la investigación sobre la cuna de este tipo de caballos, y el estudio publicado el miércoles en Nature.
En cuanto el ser humano domesticó al caballo “se dio una especie de globalización del mundo”, añade Orlando. Pero todavía quedaba un velo de misterio en cuanto al origen del caballo doméstico y al momento en el que se impuso al resto de poblaciones de caballos salvajes.
“El registro fósil (esqueletos y dientes) no nos mostraba un punto de ruptura claro” en el tiempo, señala Orlando. Así que usaron otra técnica: estudiar el ADN fósil, el material genético hereditario que permite volver en el tiempo y localizar el “punto cero” de un linaje animal.
Kazajistán, Siberia, la península de Anatolia, la ibérica. Había numerosas hipótesis sobre el origen del caballo doméstico, pero ninguna daba resultados concluyentes. Por eso, Ludovic Orlando y su equipo internacional de 162 científicos decidieron pasar por el tamiz genético todas las muestras de caballos que pudieran encontrar en la zona euroasiática: 273 genomas de caballos que vivieron entre hace 200 y 50.000 años.
Estas muestras fueron después comparadas con genomas de caballos domésticos modernos. Mediante la lectura y comparación de las miles de millones de letras del código genético, los científicos pudieron identificar una región donde las diferencias entre caballos modernos y antiguos eran menos pronunciadas.
Se trata de una zona en las llamadas estepas pónticas del norte del Cáucaso (suroeste de Rusia), en las cuencas de los ríos Don y Volga.
Mediante la datación radiocarbónica consiguieron situar la primera domesticación hace 4.200 años. Rápidamente se dio una explosión demográfica fulgurante. El perfil genético se expandió como la pólvora por Eurasia. En apenas 500 años, estos caballos se convirtieron en un “elemento continental”, y sustituyeron a todas las poblaciones de caballos salvajes desde el Atlántico a Mongolia.
Este éxito se explica por unos atributos genéticos que los volvían más dóciles, así como el desarrollo de un lomo más robusto que hizo de ellos un excelente vehículo. “La expansión fue muy rápida tras la domesticación inicial, por lo que se infiere que había una motivación importante para reproducirlos, porque eran necesarios”, explica el paleogenetista.
El estudio muestra cómo este caballo se expandió hacia Asia al mismo tiempo que la rueda de radios, utilizada para el transporte.
Sin embargo, hacia Europa, la migración de pueblos indoeuropeos no trajo consigo el uso del caballo, ya que se sabe que su difusión en este continente es posterior a la expansión de estas poblaciones.
Por eso, Ludovic Orlando considera que la imagen de “pueblos nómadas a caballo procedentes de las estepas” está lejos de ser real.
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