Los animales tienen un lenguaje silvestre, mal llamado salvaje.
La comunicación en el reino animal adopta muchas formas a menudo muy sofisticadas.
Las ballenas de diferentes regiones se comunican mediante una serie de sonidos metálicos que difieren según el dialecto perteneciente a su comunidad.
Alguna especie de rana utiliza una variedad de llamadas diferentes para atraer a las hembras o disuadir a los machos competidores.
Los delfines se identifican usando un “sonido de firma”, que es diferente para cada miembro del grupo.
En algunas especies de pájaros cantores, los ejemplares jóvenes aprenden el canto típico de su especie de sus padres.
Cuando se investiga el lenguaje se divide el trabajo, las etapas de su estudio, en comprensión y producción del lenguaje.
Comprender lo que otros “dicen” es diferente a poder “hablar”.
Después de intentar, en el pasado, infructuosamente de enseñar a los chimpancés el uso del lenguaje vocal, la investigación se centró en el uso del lenguaje de señas y el uso de los lexigramas (conjuntos de iconos que simbolizan objetos e ideas).
El simio más famoso entrenado en el lenguaje fue Washoe, un chimpancé hembra que, según sus cuidadores y entrenadores pudo reconocer y por ende aprender más de 350 palabras diferentes.
Washoe dirigía oraciones y combinaba palabras para crear nuevos significados , por ejemplo, plantear la combinación “agua” y “pájaro” al referirse a un pato.
Sin embargo, los animales entrenados con condicionamiento operante aprenden a usar un dispositivo o a mostrar ciertos comportamientos para recibir una recompensa.
Desde este punto de vista, el proceso cognitivo que realiza este chimpancé no difiere del de un gato que toca una campana para pedir comida o de un perro que aprieta un botón para salir.
Una crítica que recibió la experiencia fue el no proporcionar datos completos para respaldar sus afirmaciones brindando información solo para aquellos momentos en los que Washoe aparentemente estaba componiendo oraciones significativas, pudiéndose darse el caso de que estuviera usando signos al azar y que, por casualidad, a veces esto tuviera sentido a los ojos del observador humano.
Otros estudios que utilizaron diferentes formas de enseñar símbolos como una forma de lenguaje recibieron críticas similares.
Los datos que presentaron no fueron suficientes para respaldar sus afirmaciones y los investigadores pueden haber estado sesgados al interpretar los resultados.
Como faltan evidencias, hoy existe un consenso entre los investigadores de que los simios no pueden usar el lenguaje humano.
Sin embargo, en otro sentido mucho más doméstico y cotidiano, no hay duda de que la forma natural en que los perros se comunican con sus dueños es asombrosa.
Si realmente queremos ser como el Dr. Doolittle, quizás deberíamos enfocarnos más en comprender los llamados de las ranas y los acentos de las ballenas, en lugar de intentar capturar a los animales dentro de los límites de nuestro propio idioma.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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