Los pueblos originarios en su llegada al territorio americano se desplazaron con perros y algunos de ellos tenían la particularidad de portar una mutación, un cambio genético, que los mostraba sin pelo.
Sobrevivieron generación tras generación constituyéndose en un ícono de la identidad de esos pueblos que los consideraban siempre deidades y los aprovechaban para diferentes usos.
Uno de ellos es el xoloitzcuintle, nombre náhuatl, propio de la cultura mexica que según los diferentes autores tiene distintos significados.
Según algunos el nombre vendría de dos palabras en la antigua lengua de los aztecas: Xólotl, Dios del ocaso y de la muerte, y itzcuintli, perro.
Otras corrientes dicen que el nombre vendría de Xolo: compañero e itzcuintle: que tiene los dientes filosos como de obsidiana. Esta acepción alude a la profundidad de su mordida al carecer por genética el primer premolar lo que le permite hincar y morder con mayor profundidad.
La obsidiana es el material vítreo con el que esos pueblos originarios de Mesoamérica confeccionaban sus filosas flechas. La falta del primer premolar facilita la identificación arqueológica de sus restos y la averiguación de su origen. Esta raza mexicana, oficial de México actualmente, posee según algunas investigaciones más de 7.000 años de antigüedad.
En la mitología mexica, se creía que los xoloitzcuintles acompañaban a las almas de los difuntos cuando viajaban al Mictlán, el inframundo, por lo que se les sacrificaba y enterraba junto con los muertos a los que debían guiar.
Al mismo tiempo de ser considerados una deidad con valores míticos, la carencia de proteína animal en el entorno, representada en estas culturas por el guajolote (el pavo), obligó a su consumo en ocasiones especiales. Los perros se vendían junto a otros alimentos en los mercados populares de diferentes ciudades.
Personalidades como Diego Rivera y Frida Kahlo criaron estos ejemplares como mascotas, y los convirtieron también en animales de culto e inspiración para su obra.
Aparentemente, aquellas personas que aprecian al perro como compañero fiel son las que le han dado una nueva ola de popularidad en la actualidad.
Son buenos perros de compañía y guardianes del hogar, en función del tamaño. A pesar de que no tienen una apariencia atractiva, el xolo es popular entre algunos por su inteligencia (es fácil de educar), su resistencia y su carácter amigable.
Genéticamente, los xoloitzcuintles sin pelo se caracterizan por la falta de pelo y de algunos dientes, lo que se denomina displasia ectodérmica canina, y se hereda como un carácter semi dominante. Debido a la dominancia parcial, los xolos y otras razas sin pelo tienen un poco de pelo en la cabeza, en las patas y en la cola.
Existen otras razas sin pelo como el perro sin pelo peruano (perro calato, perro chimú o viringo peruano) que es originario de Perú y no está comprobado su parentesco con el xolo.
La comunidad incaica le daba poderes medicinales ya que el calor de su cuerpo emanado directamente de su piel hacía que el dolor humano desapareciera cuando era utilizado a modo de almohadilla térmica biológica. Esta característica los hacía excelentes curanderos de malestares musculares, reumatismo, etc.
Otra raza sin pelo emparentada con la peruana, aunque originaria de Bolivia, es la conocida como “Khala boliviano”.
También existe el llamado perro pila argentino, originaria de Argentina, de tronco de origen del perro peruano por la simple expansión del Imperio Incaico.
La esperanza de vida de esta raza es notable pudiendo llegar hasta casi los 20 años.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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