La comunicación es un desafío y una demanda de los tiempos modernos pero la soberbia del género humano la ha reivindicado mayormente entre pares relegando la más trascendente de las comunicaciones a un segundo plano inmerecido: la comunicación interespecífica.
Ese tipo de comunicación tiene reglas propias según sea el interlocutor y no siempre lo que prevalece en ella son las palabras o la vocalización. Tal es el caso del perro donde muchas palabras dicen poco y un gesto correcto y bien aplicado puede significar mucho más y comunicar mejor.
Conectarnos comienza con la posibilidad de capturar su atención y eso se logra con un llamado por su nombre y la mirada mantenida sobre él. Ese es el inicio de todo, si está atento podremos mostrar gestos y posiciones que delataran nuestra intención y que cosa queremos comunicar.
Si queremos acercarnos a nuestro perro lo mejor es agacharse, llamarlo y mirarlo dirigiéndose a él en un tono complaciente y amable, recordando la vigencia de la ley de tonos que en este caso refuerza nuestra intención corporal y gestual. Si acude al llamado y cumple lo demandado es bueno reforzarlo con una recompensa que no se debe demorar más de 2 o 3 segundos y que debe ser exclusiva y apetitosa, si se trata de algún comestible. La respuesta se refuerza a mejor sabor y exclusividad de la recompensa.
Notemos que la palabra ha sido secundaria en esta secuencia y que lo primordial fue la posición del cuerpo y el tono. Largos discursos son solo sonidos que no agregan nada y lo más probable es que ensucian la intención comunicacional inicial. Lo importante de esa recompensa es la calidad y la oportunidad. La cantidad no es lo trascendente y tan sólo debe ser la suficiente como para poder percibir el gusto de lo que ofrecemos.
Lo que importa es el vínculo potenciado a través del placer, de lo agradable. Todo eso es absolutamente reforzador del objetivo propuesto. Una “miguita” (pequeña cantidad) sabrosa, no habitual y oportuna será tanto o más efectiva que otro premio dado en cantidades grandes, pero inoportuno o habitual.
La recompensa adecuada y brindada en el momento justo facilitará nuestra comunicación y el buen resultado de nuestro acercamiento. El mensaje hacia nuestro perro debe respetar ciertas premisas: tener paciencia, accionar en forma paulatina, tener persistencia en nuestra tarea, ejecutar las demandas con periodicidad y agregar el premio para reforzarla.
Cuando queramos desalentar un comportamiento, además de hacerlo en el momento del hecho, sorprendiéndolo “in fraganti”, con solo acercarnos en forma rápida e intimidante y colocando el cuerpo hacia adelante, acercándonos más de la cuenta lograremos transmitir nuestro mensaje.
A la hora de usar palabras
Ninguna palabra debe terminar en la sílaba: “te”, evitando repetir órdenes con esa terminación, para no confundir el mensaje, por ejemplo: “sentate”, “quedate”, “levantate”. El perro confundirá el sentido de las órdenes al terminar las mismas con la misma sílaba.
La respuesta será mejor mejor a palabras que empiezan con consonantes duras (T o R) con respecto a las que comienzan con consonantes suaves (M o S) o con vocales.
A los perros les es más fácil comprender una sola palabra que la combinación de varias. Por ejemplo, es mejor enseñarles “Cucha” que “Vamos a la cucha”. Incluso a veces ni siquiera llegan a escuchar la palabra entera y sólo perciben las primeras letras, las que suenan más fuertes, respondiendo a ellas.
Por otra parte, para conseguir que el perro entienda usemos la misma palabra para la misma cosa y para la misma orden, exagerando la entonación haciendo aguda la acentuación de la palabra.
No obstante, ya sabemos que es mejor y fundamental la comunicación gestual y con la expresión corporal de la cual la palabra o la vocalización será siempre complementaria.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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