Es muy habitual que los gatos se muestren reacios a las revisiones en las veterinarias y lleguen a su control con un aparente estado de ansiedad, que demuestran a través de diferentes conductas.
Mayormente, esto puede deberse a que no les gusta salir de su rutina: el hecho de ser transportados en estructuras poco amigables destinadas para ello y someterse a estímulos a los cuales no están acostumbrados como ruidos en la calle, perros extraños que se acercan y viajes en transportes puede llevarlos a estados de ansiedad incluso antes de llegar a la veterinaria.
Sin embargo, resulta de vital importancia administrar vacunas y realizar chequeos a nuestros felinos, los cuales en la mayoría de los casos se convierten en un miembro más de la familia.
La salud de los gatos y su propia vida puede depender de las visitas a la veterinaria. Sin dudas, la salud preventiva no es asunto exclusivo de los seres humanos.
Según la médica veterinaria Marité Chaher, presidenta de la Asociación Argentina de Medicina Felina (AAMeFe), cuando el gatito es pequeño, “es necesario llevarlo una vez por mes hasta completar su plan de vacunación y desparasitación, aproximadamente hasta los 5 o 6 meses de edad”. En esas oportunidades, además, se les realiza una revisión para monitorear su desarrollo y se ofrece valiosas herramientas para el cuidado diario a sus compañeros humanos.
Después de eso, lo recomendable es al menos una visita anual hasta los 8 años de edad, para chequeo general y actualización de las vacunas. Y a partir de allí, dos chequeos anuales: “En esta etapa de la vida es cuando con más frecuencia pueden empezar a manifestarse determinados problemas de relativa frecuencia como la osteoartrosis, la diabetes, la enfermedad renal crónica o el hipertiroidismo entre otros”.
En esta línea, la presidenta de la AAMeFe compartió algunas recomendaciones:
- La visita al veterinario comienza en casa. Es importante que la caja transportadora sea un objeto familiar para tu gato, por lo tanto, es buena idea que constituya parte del mobiliario diario al cual tu gato tiene acceso. Mediante la colocación de una camita mullida, de juguetes, yerba gatera o comida en su interior, se logra que la entrada y salida de la caja pase a ser un evento rutinario y no amenazante.
- La elección de la caja transportadora es clave. Es muy importante que se pueda abrir por el frente y también por la parte superior, ya que de no querer salir, el profesional puede comenzar con la revisión de tu gatito desde arriba mientras se va aclimatando.
- El gato percibe el cambio del entorno a través de los sentidos de la vista, el oído y el olfato. Para su traslado, es útil colocar dentro de la caja transportadora una cama con olor familiar. También podemos recurrir al uso de feromona facial sintética felina en spray, colocada media hora antes. Cubrir la transportadora con una tela opaca evitará los estímulos visuales desconocidos tanto durante el viaje como una vez en el consultorio. Es muy importante que en todo el proceso nosotros conservemos la calma, y recompensemos su conducta tranquila.
- Concurrí a la consulta con cita previa, para que el tiempo de espera sea el menor posible. En la Argentina, cada vez hay más consultorios que comprenden a los gatos y que ofrecen tanto un manejo profesional como instalaciones amigables con ellos.
- Medicación ansiolítica. Si el profesional veterinario lo considera necesario, podrá prescribirle a tu gato una medicación ansiolítica previa a la visita.
- El regreso a casa. Si tenés otros gatos en casa, al regresar del consultorio, no conviene juntar inmediatamente el gatito que llega con los otros ya que el primero seguramente traerá olores “extraños” de la veterinaria que podrían hacer que tus otros gatos lo desconozcan y se generen situaciones de agresión. Así que lo ideal es ubicarlo en una habitación separado del resto, con sus piedras, agua y comida, por un tiempo variable hasta que recupere su olor habitual.
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