Muchas veces se ha definido al cáncer como el “emperador de todas las enfermedades”. En medicina veterinaria, este título le viene aún mejor ya que se sabe hace décadas que el cáncer puede contagiarse en algunos animales.
Se define al cáncer como la “locura celular”, un proceso en el que se altera el ritmo y la consecuencia de la división celular, que se expande en forma continua, creciente pero diferente según la estirpe y el tejido afectado, pudiendo diseminarse por todo el individuo. Todo esto es el cáncer: “el innombrable”.
Una verdadera falla de producción motivada por factores genéticos condicionantes y ambientales determinantes. Más allá de estas consideraciones generales, se sabe que, en al menos algunas especies animales, el cáncer puede propagarse de animal a animal. Dicho de otra forma, el cáncer en estos casos puede contagiarse.
Los cánceres contagiosos pueden dispersarse mediante la transferencia entre individuos de células cancerosas vivas o también en ciertas enfermedades puntuales por medio de virus que los provocan.
Para el caso de los virus que en animales propagan una forma de cáncer, valga el ejemplo de la leucemia felina, enfermedad viral inmunodepresora de los gatos, que tiene vacuna y diagnostico serológico.
Sirva este de primer ejemplo de transmisión clara de cáncer ya que la leucemia es sin lugar a dudas un tipo de cáncer de la sangre.
Pero en algunos casos no actúa ningún virus, ni bacteria ni parásito, sino que es una célula cancerosa la que adquiere la habilidad de contagiar a otro individuo en forma directa. Mediante esta habilidad que equivale a la creación de un nuevo “parásito” infeccioso: la célula cancerosa “parásita” invadirá a un individuo diferente al que la originó, se dividirá y sus células “hijas” continuarán infectando a otras células u otros individuos.
Hasta el momento se han descrito cánceres contagiosos que afectan a perros, a demonios de Tasmania, a almejas, mejillones y berberechos, pero gracias a los avances de la ciencia es posible que en la próxima década se identifiquen muchos otros casos en otras especies.
Hace más de 1.500 años surgen las primeras descripciones de un cáncer que, sorprendentemente, sigue vigente: el cáncer contagioso de perros.
Los cánceres transmisibles de este tipo, el llamado TVT o Tumor de Sticker, horrible tumor genital producto de la promiscuidad canina, se pueden comportar como una epidemia.
Esto justamente es lo que ocurrió con el cáncer contagioso de los demonios de Tasmania: en tan sólo unos 20 años la población se vio mermada debido al alto número de contagios de este cáncer que mata demonios a un ritmo alarmante.
Más asombrosos son aún los cánceres contagiosos de bivalvos que, en ciertos casos, pueden infectar a individuos de otras especies. La célula de cáncer se origina en una almeja con el ADN de esa especie y después se propaga en poblaciones de otra almeja diferente.
Por ahora, solo ha habido casos raros de cánceres contagiosos en humanos. Por lo tanto, no habría evidencias de que un cáncer contagioso similar al de los perros, al de los demonios de Tasmania o al de los bivalvos se podría presentar en humanos, aunque eso no quiere decir que no pueda suceder en un futuro.
En definitiva, es importante investigar los cánceres contagiosos en animales ya que nos pueden ayudar a entender mejor los mecanismos que utiliza ese “emperador de todas las enfermedades” para que algún día podamos destituirlo.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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