Hay historias de amor e historias insólitas, una de esas historias es la de Tango. Hace un tiempo, sonó el teléfono en mi clínica, y alguien hizo una consulta en inglés. Yo estaba de viaje, dejaron el el mensaje desde un hotel y prometimos que cuando volviera iba a comunicarme.
Al regresar, llamé al hotel que me indicaron, allí, una pareja de turistas, me manifestaron su inquietud: querían llevar a Estados Unidos un perro rengo abandonado que habían visto en el barrio de La Boca, en la ciudad de Buenos Aires.
Con muy pocas expectativas, al domingo siguiente, cuando ellos regresaron de su paseo por el Glaciar Perito Moreno, fuimos a la búsqueda de ese perro rengo de pelo duro y yo la verdad que iba con los brazos bajos. “¿Cómo vas a encontrar un perro una semana después de que lo viste justo ahí en La Boca, un barrio lleno de turistas?”
Fuimos al El Samovar de Rasputín que es un lugar, un especie de bar, casi diría icónico de La Boca y me atiendió su dueño y me dijo: “Eh doctor, ¿qué hace por acá? Ando buscando un perro rengo de pelo duro que estos señores quieren adoptar y llevárselo a Estados Unidos”. Y me dice: “Es aquel. Siempre le damos algo de comer por el estilo. Entonces, agarramos al perro, lo bañamos, le sacamos sangre para realizar chequeos, hicimos todo hasta detectar que tenía un tendón más corto, que había nacido con el tendón más corto.
Tuvimos que operar, le hicimos el injerto de tendón y en una semana hicimos todos los trámites para que viaje a Estados Unidos.
¿Cuál es la cosa apasionante de esta historia? No sólo que Tango al que habíamos bautizado y le hicimos su medallita viajó a Estados Unidos, terminó caminando normalmente, sino que del abandono en La Boca allá en el Valle Iberlucea, terminó viajando en limusina todos los días porque uno de los miembros de esa pareja es un multimillonario norteamericano dueño de una de las empresa más importante de toppings, los chocolates y comestibles que se le pone al helado arriba de Estados Unidos.
Enamorados de Tango, los turistas norteamericanos lo adoptaron, lo curaron, lo terminaron de curar en Estados Unidos y Tango terminó su vida paseando en limusina en Chicago
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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