Después de un largo recorrido, un grupo de siete cóndores andinos pueden vivir hoy en plena naturaleza en la Sierras Pailemán en Río Negro, en la costa atlántica patagónica.
Se trata de una especie emblemática en Sudamérica y de gran relevancia ecosistémica. Los Cóndor Andino son aves consideradas “carroñeras”, consumen todo tipo de animales muertos y de ese modo evitan la proliferación de bacterias dañinas para animales y también seres humanos. Así, se caracterizan por limpiar los ambientes, combatiendo así focos de infección.
El Cóndor Andino se encuentra en estado de gran vulnerabilidad y peligro de extinción por los problemas de conservación a los cuales se encuentra sometido. Por un lado, son grandes víctimas de cazadores, suelen sufrir intoxicaciones por plomo y cebos tóxicos, y padecen choques contra estructuras que alteran su hábitat natural, como cables de tensión. Sumado a todo esto, tienen una baja tasa de reproducción natural.
Tal es así que la especie fue declarada Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Por todo esto, la reinserción de estos animales se constituye como un gran hito. Los animales fueron liberados el 17 de septiembre en las Sierras de Pailemán, Departamento Valcheta, Río Negro, como parte del operativo “El Retorno del Cóndor al Mar”, un proyecto en el cual participan instituciones nacionales e internacional que trabajan en red para lograr reintroducir la especie en su antigua área de distribución. Gracias a la iniciativa, ya fueron liberados 64 ejemplares.
“Cuatro de ellos pasaron por el Centro de Recuperación de Especies Temaikèn(CRET) e integran la reinserción más grande realizada hasta el momento en el país”, aseguraron desde Fundación Temaikèn, en el marco del Programa Binacional de Conservación del Cóndor Andino Chile-Argentina.
Cada una de las aves tiene nombre y una historia diferente, todas fueron cuidadas en aislamiento humano para lograr retornar al mar y las sierras.
Lihuen significa Luz de vida, él nació en el Bioparque La Máxima de Olavarría y fue incluido a la bandada en Fundación Temaikén. Kurruf, que significa Viento, fue rescatado por los miembros de la Estación de Fauna Autóctona de Salta y luego rehabilitado en Bioparque Temaikèn. Tayel (Canto sagrado), proviene del Bioparque Temaikèn. En su caso, fue incubada artificialmente y criada con asistencia de títeres de látex en el Ecoparque de Buenos Aires. Mawun (Lluvia), proviene del Bioparque La Maxima, ubicado en Olavarría, y fue incubada y criada también en el Ecoparque.
Kume Feleal (Buen vivir) nació en Bioparque Temaikèn y fue criada en el Ecoparque, en aislamiento humano. Piuque Wenú (Gran corazón) fue rescatada por personal del Parque Nacional Nahuel Huapí luego de sufrir una intoxicación por ingerir balas de plomo, y fue rehabilitada en Ecoparque Buenos Aires. Por último, Pachamama (Madre Tierra) nació y se crió en ZooParc de Beauval, en Francia.
“Para la recuperación de cada cóndor en el CRET interviene un equipo multidisciplinario de unas 20 personas durante distintos periodos de tiempo, inclusive más de un año. Hoy culminó este trabajo que tiene que ver con la crianza de la especie e inicia la tarea de campo de otro equipo para asistir a los juveniles y lograr la emancipación total, logrando que el cóndor vuelva a volar.
Esta reinserción es la evidencia de la fortaleza que tiene el trabajo en red para la conservación, en donde se demuestra cómo a partir de la generación de sinergias con organizaciones de distintos sectores y fortalezas se puede lograr un impacto mucho mayor”, expresó Cristian Gillet, Responsable de Rescate y Rehabilitación de Fauna de Fundación Temaikèn. “Verlos regresar a la naturaleza es algo que llena de orgullo y alegría a los que trabajamos en su conservación”, finalizó.
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