Los perros tienen un oído muy sensible, mucho más que el del ser humano. Nacen sordos, con sus oídos sellados y con sus orejas inmóviles. A las dos semanas, se abren sus oídos y al mes de vida ya poseen un oído fino, que discrimina y jerarquiza sonidos como lo hacen de sus ancestros lobos. Sus orejas tienen hasta 17 músculos, 9 más que los humanos.
Son capaces de detectar sonidos de entre 20 y 65.000 vibraciones por segundo mientras que el ser humano (nosotros) solo entre 20 a 20.000 oscilaciones por segundo.
De esa forma, un perro puede percibir sonidos inaudibles para el oído humano, lo que es el fundamento del uso de los silbatos ultrasónicos famosos por su utilización en adiestramiento canino.
Frecuencias inaudibles
Los perros pueden detectar sonidos a una distancia cinco veces mayor que nosotros y pueden sentir los sonidos de una tormenta a más de 10 kilómetros.
Todo esto es el fundamento real y científico de la aptitud de guardián de nuestro mejor amigo. Oyen más que nosotros y a más distancia. Como son territoriales, pueden advertir una amenaza antes que nosotros.
Una buena pregunta al respecto podría ser: ¿Qué sonidos prefieren oír los perros y cuales rechazan de plano?
Estudios recientes demuestran que los perros reaccionan más afectuosamente en sus áreas cerebrales a los sonidos de sus tutores con respecto a la reacción de esos tutores cuando son sometidos a estudios oyendo el sonido de sus perros.
Conclusión: a los perros les importamos más los humanos que a los humanos los perros.
Por otra parte, los perros detestan los sonidos muy graves o muy agudos o muy fuertes. Hieren su sensibilidad, lastiman su oído muy fino.
No soportan los ruidos de los electrodomésticos (batidoras, licuadoras, picadoras aspiradoras), de los cohetes, petardos y juegos artificiales, los truenos acompañados de tormentas, los disparos y las sirenas de policía, ambulancias y bomberos.
Para lograr calmarlos es bueno recurrir a la música tranquila, como la clásica, el jazz o la música instrumental.
El mismo efecto lograrán las palabras dulces y/o cariñosas en tono suave.
Sin embargo, en un perro normal, nada supera el sentir el sonido de su traílla o collar o correa antes de sacarlo a pasear. Ese es el mejor sonido del mundo para ellos.
Para mejorar nuestro vínculo con nuestro perro, es perentorio actuar sobre lo concreto y no sobre abstracciones.
Los perros reciben mejor las palabras que comienzan con T o con R, que son más fuertes, suenan mucho mejor y son más contundentes.
Siempre es importante tratar de dirigirnos a ellos con una sola palabra y la misma palabra para citar la misma cosa. También es fundamental que se usen palabras iguales para las mismas órdenes.
Un buen consejo para entendernos mejor con nuestro perro es exagerar las palabras y las entonaciones cantando las últimas sílabas y apoyándonos en la actitud gestual de nuestro cuerpo.
Comunicarse no es solo hablar, mucho más si se trata de hacerlo con nuestro perro.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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