Muchos perros son vigilantes por naturaleza. Pero cuando ladran constantemente puede convertirse en una prueba para la paciencia de sus dueños y toda persona que esté cerca. Sin embargo, hay algunas cosas que se pueden intentar al respecto.
Por ejemplo, Morris, un shepherd australiano sabe lo que tiene que hacer. Cuando se acercan personas caminando o ciclistas a la verja de su jardín, ladra.
A su dueña, la entrenadora de perros Manuela Zaitz, esto le parece adecuado, ya que vive apartada en los márgenes de la ciudad alemana de Moers. Por lo tanto, no quiere que cualquier persona pueda acercarse a su casa sin que ella lo note.
Pero Zaitz sabe que no a cada dueño le gusta cuando su perro se hace escuchar permanentemente. Y, en la ciudad, esto no solamente puede poner nerviosos a sus propietarios, sino también a los vecinos. De todas maneras, Zaitz cuenta con una buena noticia: tanto el ladrido como el silencio pueden ser entrenados en el perro.
De hecho, la humanidad sacó provecho durante miles de años de la vigilancia de los perros. Los canes protegían depósitos o granjas. Especialmente en las granjas, el clásico perro guardián sigue existiendo hoy en día, y no solo allí puede ser práctico si un fuerte ladrido ahuyenta a los huéspedes inoportunos.
Esa experiencia también fue realizada por la vicepresidenta de la Asociación Alemana de Perros VDH, Christa Bremer. Ella le enseñó a su airedale terrier a ladrar de forma controlada cuando una persona se acerca a su casa.
Ante la orden “siéntate”, la perra se tumba y permanece tranquila, aunque sigue observando lo que ocurre. La situación se considera resuelta para el perro cuando la persona es invitada a entrar o la puerta se cierra de nuevo.
“Pero esto hay que enseñárselo al perro de chiquito, para que sepa qué tiene que hacer y qué no”, indica Bremer. “El perro debe ser controlable y no puede pasarse ladrando todo el tiempo. Eso debe aprenderlo ya muy tempranamente”.
Como típicos perros guardianes se consideran razas como pastores, rottweiler o hovawart. Sin embargo, un ladrido fuerte no es necesariamente una cuestión de tamaño corporal. Incluso un pequeño terrier puede sonar más grande de lo que es.
Por lo general, los expertos desaconsejan que el perro sea convertido en una alarma viviente y por ejemplo se encuentre encerrado en un canil o perreras.
“Las perreras ya no son una opción hoy en día, porque muchos perros necesitan con urgencia sus personas de referencia”, explica Bettina Haas, entrenadora en la localidad bávara de Vorra.
Muchos perros poseen un estado de vigilancia natural. “Advierto de reforzar aún más en el entrenamiento este comportamiento defensivo”, recalca Haas.
“La mayoría de los perros que son pacíficos y abiertos a las personas reaccionan de forma diferente cuando un ladrón se acerca a la casa por la noche. En una situación semejante, un perro reaccionará: no hace falta un entrenamiento adicional para eso”, comenta.
Asimismo esta vigilancia puede transmutar en un comportamiento indeseado, por ejemplo cuando el perro comienza a aullar junto a la verja del jardín.
“Como entrenadora me fijo primero en ¿por qué ladra el perro?”, apunta Bettina Haas, que al mismo tiempo destaca que cada comportamiento se basa en una emoción y una necesidad. Cuando el can por ejemplo es dejado solo en el jardín, puede ser que busque algo para hacer a causa del aburrimiento.
Pero también puede ser que el hecho de estar solo lo ponga inseguro y por lo tanto ladre a todo lo que pase junto al cerco. “Un perro que ladra mucho debe ser recompensado muy frecuentemente por un comportamiento tranquilo”, indica la entrenadora.
Y recomienda que un perro de ladridos constantes ya no sea dejado solo en el jardín, sino ocuparse de él en ese mismo lugar. “El perro puede aprender a relajarse en el jardín, en vez de alterarse”, señala.
La entrenadora de perros Manuela Zaitz también alerta de los denominados collares antiladrido, que deben callar a los perros propensos a ladrar, en la medida que emiten un spray, un ultrasonido o incluso electricidad.
Estas herramientas no sólo son cuestionables porque pueden afectar el bienestar del animal, sino que también pueden ser contraproducentes. Lo mismo ocurre con las “cadenas sonoras”, que se lanzan junto al perro que ladra para acallarlo.
“Cuando un perro observa a las personas en una valla, les ladra y luego le lanzan la cadena sonora; no por eso las personas le parecerán mejores”, indica. Por el contrario: intentará con aún mayor ahínco espantarlas con ladridos”, advierte la experta.
Zaitz recomienda por lo tanto fortalecer el comportamiento que se desea en el perro, por ejemplo a través del entrenamiento con un clicker. El sonido del clic es asociado por estas mascotas con algo positivo, al menos cuando están familiarizadas con este método.
El dueño o dueña puede sentarse junto con su can en el jardín, efectuar cada vez el típico sonido del clic y darle una golosina al perro cada vez que se aproximen personas al cerco.
Entonces esta recompensa se convertirá en más interesante que los acontecimientos junto a la valla. “El perro percibirá: cada vez que pasa alguien junto al cerco, mi dueño está bien. Esto cambia su actitud”.
Zaitz admite que tal vez el ladrido no pueda evitarse por completo, porque en definitiva, indica, se trata de un comportamiento totalmente natural para un perro. “Pero sí puede entrenarse”.
Con información de DPA y fotos de Getty Images
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