Hace muy poco tiempo en Iquique, Chile, un grupo de bomberos quedó emocionalmente afectado después de que le tuvieran que darle el adiós definitivo al encantador perrito que los ayudó por más de una década dentro del Cuartel.
Para nadie es un secreto que los perros son compañeros dóciles y fieles que debido a su inteligencia y olfato se destacan en diversas profesiones de la mano de los humanos como los bomberos.
Pero más allá de los usos del perro como herramienta de salvataje la verdadera historia tiene que ver con el perro de los bomberos como animal de compañía y afecto y en particular con una raza conocida, más bien famosa, en el cine y la televisión, pero cada vez menos vista en la calle en lo cotidiano.
Pero… ¿de quién estamos hablando y como fue la historia?
Hablamos del perro Dálmata, ese de “La noche de las narices frías” o “101 Dálmatas” como queramos titular a esa película donde Cruella de Vil pretende faenar a los perritos con delirios peleteros ambicionando su piel con un manchado único.
Corría el 1700 y los bomberos londinenses toman la decisión de adoptar varios perros Dálmatas como una forma de controlar la población de ratas y alimañas presentes en sus edificios y establos.
Pensemos que los bomberos tenían carros tirados por caballos y que las normas de higiene de la época no eran las actuales aumentando sustancialmente el número de ratas y ratones y sus nefastas consecuencias en los lugares donde había alimento y cobijo posible para estas alimañas.
El perro Dálmata fue el perro de los gitanos.
El pueblo zíngaro se caracterizó, en la antigüedad por ser itinerante con su carromato, sus caballos muy especiales y sus perros pintados: los Dálmatas.
Tal vez por su afinidad notoria con los caballos, los dálmatas no tardaron mucho tiempo en adaptarse a la actividad de los cuerpos de bomberos de aquel entonces.
La voz se corrió y era habitual ver a estos perros correr ladrando afuera del cuartel al sonar la alarma de incendio alertando así a quienes transitaban en la cercanía.
Una de las más apreciadas labores de los dálmatas para los bomberos era su habilidad para abrir paso a los carros bomba mientras se dirigían a los siniestros.
Efectivamente, al correr delante y atrás de sus carruajes, los perros podían proteger a los caballos que más de una vez se espantaban ante otro perro o cualquier contingencia camino al incendio.
De esta forma se ahorraban minutos valiosos rumbo a la emergencia.
Siendo un perro ágil y de gran resistencia física, los dálmatas hacían un gran trabajo al correr grandes distancias junto a los carruajes de los bomberos.
En medio del incendio estos perros se encargaban de montar guardia en los carruajes para cuidar los equipos, los caballos y las pertenencias de los bomberos ante el acecho de posibles saqueadores.
Muy pronto fueron reconocidos estos perros como grandes compañeros de incendios, tradición que permanece hasta nuestros días pese al reemplazo de los caballos por camiones autobombas.
También debemos decir que el trabajo de los bomberos con perros no se limita al vínculo con estos perros símbolo de esta raza.
Actualmente es habitual ver equipos de bomberos valiéndose de hábiles perros de distintas razas entrenados principalmente en tareas de búsqueda y rescate de personas.
En muchos países se mantiene esa tradición de perros Dálmatas asociados a los bomberos, pero en la mayoría de los casos hablamos tan solo de perros , simplemente de perros y bomberos aliados incondicionales a la hora del afecto , la compañía y el servicio.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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