La agresividad es una actitud de amenaza a otro individuo, que en el caso del perro se materializa en gruñidos, mordiscos, ladridos y arremetidas.
Puede producirse entre individuos de la misma especie que compiten por los mismos recursos: alimentos, territorio y compañero o compañera sexual o contra individuos de otra especie por defensa o competencia.
Es decir, los animales utilizan la agresividad como recurso para alejar a desconocidos que puedan suponer una amenaza. Sin embargo, al ser una especie gregaria, resulta necesaria la ayuda de otros miembros de la especie para sobrevivir, por lo que la naturaleza ha ido seleccionando aquellos individuos capaces de inhibir su agresividad para establecer modos de cooperación entre los perros de una misma manada.
Lejos de desaparecer, la agresividad se ha sublimado en comportamientos rituales, que permiten poner a cada uno en su lugar sin lesiones: ceremonias de saludo, señales de calma y jerarquía social. Durante estos rituales, los animales realizan gestos similares a los de la agresión, pero sin hacerse daño.
Las señales de agresividad suelen ser muy claras. Un perro agresivo actuará enseñando los dientes a su contrincante. Si además es dominante, se mostrará seguro de sí mismo y presentará las orejas levantadas, los belfos (labios) elevados, el stop (depresión naso frontal) bien definido y la mirada fija. También adoptará una posición que haga que su cuerpo parezca más alargado y rígido.
En cambio, un perro sumiso se muestra inseguro, con las orejas aplastadas, los belfos retraídos, los ojos entrecerrados y con un stop menos marcado. Se agazapará para parecer más pequeño y llegará a arrastrarse por el suelo.
Si la agresividad se torna excesiva puede convertirse en un problema y se necesitará entrenar adecuadamente al perro para corregir su comportamiento.
Agresividad dominante entre perros
En este caso, el perro dominante debe ser el primero en acceder a los recursos (incluidas tus caricias). No es correcto castigar al perro dominante por mostrar su jerarquía y no es correcto acariciar y consolar al sumiso.
Es importante respetar la jerarquía entre ellos y facilitar el acceso a la posición dominante al perro más capacitado para ocuparla.
Agresividad dominante hacia las personas
Puede deberse a que el perro está tratando de escalar posiciones en la jerarquía, o bien a que ya se ha colocado por encima de algún miembro de la familia.
Los perros que están ascendiendo muestran mayor número de accesos agresivos y éstos son más espectaculares, ya que necesitan demostrar su superioridad.
Los perros que ya se han establecido como dominantes muestran menor número de accesos agresivos, ya que no tienen que demostrar nada, pero éstos son más peligrosos. En este caso, el perro se mostrará agresivo cuando vea que no respetamos los privilegios que ha adquirido. Por ejemplo, si tratamos de echarles del sofá para sentarnos nosotros, nos gruñen y si se lo permitimos, la agresividad aumentará progresivamente y llegará un momento en que son ellos los que mandan en casas.
Como se consideran líderes, entienden que somos nosotros los infractores de las reglas y muestran una agresión más fuerte y menos ritualizada.
Agresividad por posesión de recursos
El acceso a los recursos depende de la jerarquía, pero la posesión de un recurso puede hacer que un perro sumiso muestre agresividad hacia otro superior en la jerarquía para defenderlo. Este tipo de agresividad es bastante frecuente y comienza con señales de advertencia, como gruñidos.
Agresividad territorial
La defensa del territorio es un comportamiento frecuente en algunos perros que, como en el caso de los perros pastores o de guardia y defensa, han sido desarrollados para mostrar una predisposición por la defensa del territorio y los recursos.
Agresividad maternal
Las madres pueden actuar de forma agresiva cuando están con sus crías, especialmente si se acercan extraños. Esta agresividad se debe al temor de que los cachorros puedan ser dañados.
Agresividad desviada o redirigida
La frustración de una conducta fuertemente deseada genera agresividad, que puede descargarse hacia un blanco distinto al objetivo original. Es decir, tiene lugar cuando existe alguna barrera que impide al perro descargar su agresividad sobre su objetivo.
Por ejemplo, si un perro muestra agresividad hacia otro durante el paseo y se lo impides sujetando la correa, puede desviar la agresión hacia alguien que pase cerca o hacia otro perro que lleves contigo. Si el perro desvía la agresividad el guía, hay que considerar la posibilidad de tener que restituir la jerarquía, ya que las agresiones suelen desviarse hacia individuos sumisos y de rango inferior.
Este breve resumen permite identificar las situaciones que siempre necesitarán del auxilio profesional idóneo para su resolución correcta.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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