Muchas veces un gato se acerca, nosotros lo acariciamos, y a la décima, undécima, cuarta, quinta caricia el gato nos agrede. Y vos decís: ¡Qué desagradecido, vino buscando afecto y el gato me muerde o me araña!
Primera de las cosas, ¿dónde aprendiste idioma gato? ¿Cómo te diste cuenta que venía a buscar afecto y no venía en onda o en modo juego o en modo quiero descansar? Entonces, cuando te acercás a acariciar a un gato, certificá claramente que entendés el idioma del gato y que el gato se está acercando para demandar afecto.
¿Cuándo es el mejor momento para acariciar un gato? Cuando está en modo relax. Cuando está semi dormido, cuando está en lo que llamamos “área de descanso”, en ese momento entonces te acercás, y el gato tiene la cola que funciona como un metrónomo.
Cuando el gato empieza a mover la cola y te dice: “no me molestes, no me molestes”, no sigas insistiendo, porque el gato a diferencia del perro, no es un animal gregario que necesita un líder, el gato comparte tu vida.
La manera gato de ver la vida es lo que tenés que entender a la hora de querer acariciarlo. No lo fuerces, porque te está diciendo de alguna manera al agredirte: “No entendiste el mensaje”, “quería jugar contigo con la caña, quería jugar con la pelota, y vos me estás acariciando, molestando”.
Desde ya que hay gatos hipersensibles a los cuales tenés que saber conocer también que a la cuarta o quinta caricia no quieren más.
Y ¿cómo lo acariciás? En la parte delantera, acaricialo en los cachetes, acaricialo en la cabeza, acaricialo en el principio del cuello. Nunca lo acaricies en las patas, nunca lo acaricies en la parte posterior. Un “miau”... porque el “miau” es como el gato se vincula con el ser humano. Jamás maulla a otro gato.
Signos de disfrute del gato:
Mantiene la cola erguida e inicia el contacto.
Exhibe una postura y una expresión facial relajadas, con las orejas apuntando hacia delante.
Ronronea y hace algo parecido a amasar con las patas delanteras.
Mueve suavemente la cola de lado a lado mientras la estira en el aire.
Signos de rechazo o tensión:
Se le eriza el pelo o contrae la espalda.
Parpadea de forma exagerada, sacude la cabeza o el cuerpo o se lame la nariz.
Mueve o voltea la cabeza en tu dirección contraria.
Se muestra pasivo (no ronronea ni busca el contacto físico).
Se asea repentina y apresuradamente durante poco tiempo.
El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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