Resulta bastante habitual para el hombre de ciudad reconocer al perro de arreo, ese perro generalmente Border Collie, que hasta es capaz de caminar por sobre las ovejas y dirigirlas donde el pastor determine tan solo con una orden, un ruido particular o un silbido.
Estos son los muy conocidos perros de arreo. Son la estrella de cualquier festival rural y arrancan la simpatía de citadinos y rurales por su encomiable tarea.
Mucho menos conocida es la labor de los perros protectores que a pesar de tener un origen milenario y multicultural llegaron no hace tanto a tallar entre los recursos rurales argentinos.
El perro de guarda es el “pato vicca” de los perros, el perro de seguridad del rebaño. Entre los sistemas existentes de control de depredadores se destaca el uso de los perros protectores del ganado. Estos perros actúan por disuasión, por su sola presencia evitando que los depredadores entren en contacto con el rebaño o la majada.
El método tiene que ver con la elección de la raza adecuada y el correcto proceso de entrenamiento del cachorro con el ganado, de tal manera que se forme un vínculo fuerte e indisoluble entre el perro y el rebaño. Los establecimientos que han adoptado esta práctica han logrado una marcada disminución en el número de pérdidas por depredación.
Se están utilizando perros de las razas europeas más emblemáticas para este fin con centenares de años de selección hacia los fines de la guarda del ganado. Los perros de las razas elegidas son generalmente blancos para que puedan mimetizarse con el color de sus protegidas: las ovejas. Las razas mayoritariamente usadas en nuestro país son el Montaña del Pirineo y el Maremmano Abruzzes.
El proceso de cría es fundamental para trabajar “imprimiendo” o marcando en el desarrollo del cachorro la imagen, los sonidos y los olores de las ovejas que al decir del sabio Konrad Lorenz, oficiaran como la imagen materna para el resto de su vida. O sea que para estos perros las ovejas son su madre y al ser parte de esa especie materna la defenderán con encomio y enjundia muy especial.
El cachorro desde los pocos días de vida se cría en corrales muy pequeños con ovejas y las reconoce como su especie materna. Hasta los cuatro meses de edad la relación con las ovejas es su mundo y las reconocerá como especie materna a partir del mecanismo de impresión o troquelado. Por este descubrimiento el que le dieron el Premio Nobel a Konrad Lorenz.
Una vez en el campo, a partir de los tres o cuatro meses el perro se acostumbrará a los rigores de la manada y más adelante marcará el territorio con orina y heces, ahuyentando a otros carnívoros silvestres u otros perros asilvestrados. No ataca directamente a los depredadores, los marca y los intimida.
El perro protector reconoce a la majada como su familia y se comporta como una oveja más, no rodea ni arrea; sólo vigila, recorre y protege. No interfiere con los perros de arreo del campo.
Un guardián que resulta claramente una muestra evidente de la ductilidad de la especie canina a la que el ser humano le debe tanto con las más de las veces escasa recompensa.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional
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