El perro y el caballo son los animales que se adaptan más fácilmente a todas circunstancias y variables de la vida humana.
Son los animales más prodigiosos y encomiables a la hora de ayudar al hombre.
La historia de las luchas de la independencia de los países latinoamericanos incluye muchas veces perros o caballos célebres o importantes que al estar al lado de quienes protagonizaron esos hechos trascendentes fueron partícipes necesarios de ellos.
En medio de esos hechos históricos debemos incluir sin duda, la presencia de la nobleza del perro cimarrón que acompañó al prócer José Gervasio Artigas en sus grandes patriadas.
A este perro de muy humilde pasado, lo habían bautizado: Charrúa.
Siempre estaba echado afuera, pero muy cerca de Don José Artigas.
Conocía sin dudas, cuando había movimiento de tropa y allí estaba firme para salir cuando fuese necesario en busca del combate.
Charrúa era casi como los gauchos de entonces, dormía donde cuadrara, era de poco ladrido, de muy poco “opinar” y era consabida su manía de prenderse a los talones del enemigo.
Si Charrúa hubiera sido humano, lo habrían distinguido con un grado importante o una función militar destacada dentro de la tropa, por su inteligencia, su nobleza y porque era incapaz de traicionar a nadie como lo hubieran hecho otros.
Su nombre, era esencia de la tierra y sinónimo de nacionalidad pura y se le puso, por su lucha al lado de los patriotas que la comprendía como la lucha del pueblo, y la tenía como suya.
Identificaba claramente a sus enemigos y a los de su bando y se desesperaba por luchar con su aporte en cada batalla.
Era un verdadero perro cañonero.
Muchos seres humanos deberíamos aprender de su nobleza y de su fidelidad.
En la última batalla en la que estuvo, la de Tacuarembó, ya viejo, donde Artigas perdió su última batalla, Charrúa viejo y enfermo murió en un silencio total, como mueren los héroes.
Charrúa nunca traicionó la causa del pueblo oriental y fue su noble defensor hasta el último minuto.
Artigas, agobiado por las traiciones, se retira al exilio en el Paraguay, pero con todos los honores.
Es allí, donde tiene otro perro quizás recordando a su fiel Charrúa y sin duda, como homenaje, le puso el mismo nombre símbolo del origen, la lealtad y la entereza.
Charrúa, dicen que era un perro cimarrón, una raza que hoy rescatada del olvido es el ícono canino de Uruguay en el mundo.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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