Un personaje tan enigmático y misterioso como el gato doméstico merece un principio de su existencia junto al ser humano en una cultura tan fascinante y polifacética como la del Antiguo Egipto.
Un reciente estudio plantea la opción de que fueron los egipcios los que modificaran la conducta de los gatos silvestres domesticándolos. Es decir, que podría haber sido una civilización de avanzada la que los programó para “dominar el mundo”, cosa que todo tutor acompañante de la vida del gato doméstico conoce y sabe a pie juntillas que es una verdad absoluta a la hora de calificar a los gatos.
El proceso de domesticación comenzó en Oriente Próximo y en Egipto, cuando los gatos, y no los humanos, decidieron que así fuera. ¿El motivo? La aparición de los almacenes de comida, que atraían a los ratones y, por extensión, a los gatos para poder predarlos.
El gato doméstico (Felis silvestris catus), llamado popularmente gato, y de forma coloquial con un sinnúmero de apelativos que van desde “minino”, “michi”, a “morrongo” o “micifuz” es una subespecie domesticada por la convivencia con el ser humano.
Los restos hallados en excavaciones arqueológicas sugieren que los primeros gatos que convivieron con los humanos descienden del gato salvaje africano, una subespecie silvestre que se encuentra en el norte de África y el Cercano Oriente. Al gato se le llamaba myeou en el Alto Egipto, haciendo referencia a la onomatopeya de su maullido.
Existía allí una divinidad en la mitología teológica egipcia que era Bastet, una diosa egipcia con cabeza de gato, una deidad muy importante en la religión egipcia. Como el mayor adversario de Ra era una serpiente, era fácil imaginar a Bastet alejándola como su protectora. Era la Diosa de Bubastis, ciudad del Delta, erigida en su honor, en honor al gato, en la que aparecen restos de su culto.
Por otra parte, como siempre ocurre con el gato, existe una polémica sobre la palabra “gato” que atribuye el nombre de qato en siríaco. Parecería que ésta sería la verdadera raíz del término italiano gatto.
Sin embargo hay otros orígenes posibles, sobre todo el adjetivo latino cautus, que significa astuto o agudo, o también el verbo francés guetter en el sentido de espiar, ya que el gato es un animal activo que tiene la vista y el oído siempre alerta.
Los griegos llamaban a los gatos ailuros, que significa «animal que mueve la cola».
De este término procede la palabra para denominar a los amantes de estos animales: los ailurófílos. Junto con el perro, es sin duda el animal doméstico más popular, como animal de afecto o compañía y en su caso particular como ayuda en la lucha contra roedores .
Por su amplio abanico de presas potenciales, por su alta eficiencia como depredador, y por su elevado éxito el gato doméstico está incluido en la lista 100 de las especies exóticas invasoras más dañinas del mundo de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Sin embargo el gato más allá de su pasado como deidad egipcia y de su ciudad emblemática sigue siendo un compañero inevitable y deseado de la vida cotidiana del ser humano cada vez más cerca y cada vez más mimado y protegido.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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