Dar la pata no es simplemente una buena habilidad social de los perros.
Los perros que aprenden a dar la pata se acostumbran a que se les toquen las patas. Reciben muchas caricias y halagos por sus buenos modales simbolizados en esta acción.
En algunos casos, lo disfrutan tanto que tal vez tengamos problemas para lograr que dejen de hacerlo.
¿Cómo lograrlo fácilmente? Cuando su perro esté sentado, extienda su mano hacia él, con la palma hacia arriba, a la altura normal para dar la mano.
La mayoría de los perros se inclinarán instintivamente hacia adelante, aunque algunos no van a entender de qué se trata, salvo que le levantemos la pata y la movamos de arriba hacia abajo en forma de saludo.
En ambos casos, debemos decir “Dame la pata” en el momento de sostener la pata.
Luego, haláguelo mucho.
Una vez que él comprende que “dame la pata” resulta en halagos y quizás una recompensa muy rica, extenderá la pata para “darla” a cada momento.
Los perros que en sus casas son fóbicos con respecto a sus patas a veces se relajan cuando los veterinarios, en el consultorio, les levantan sus patas.
No es porque los expertos tengamos un toque mágico.
Es porque al subir a los perros a una mesa que frecuentemente está hecha de acero inoxidable, fría e inhóspita, en una combinación de la altura y superficie fría y resbaladiza los perros pensarán más en su estabilidad que en lo que está sucediendo con sus patas.
Una mesa alta es una gran herramienta por eso poner al perro sobre la tapa del lavarropas para cortarles las uñas es muchas veces lograr hacerlo sin problemas.
Otra razón por la cual los perros colaboran tanto en el consultorio del veterinario es que no se sienten seguros en esa situación.
Los perros dan primacía a la rutina y la jerarquía, y estos dos factores se desdibujan cuando están lejos de sus hogares.
La incertidumbre resultante los confunde, lo cual hace mucho más fácil cortarles las uñas o revisarle las patas,
Se puede lograr el mismo resultado si se le corta las uñas al perro lejos de su casa y hasta si se le pide a un conocido o amigo que haga el trabajo por nosotros.
Los perros son instintivamente cuidadosos con sus patas, pero pueden aprender a aceptar que se les corte las uñas y se les revise las patas cuando sus dueños les tocan las patas con frecuencia, preferentemente comenzando cuando son jóvenes.
Es recomendable tocar, frotar y sostener las patas durante unos pocos segundos todos los días.
Suavemente presionemos entre sus dedos, apretando la parte acolchonada.
Separemos los dedos y metamos los nuestros. Acostumbremos a nuestro perro a la idea de que tocarle patas no es una señal de que les va a suceder algo malo o incómodo.
Cuanto más contacto suave experimente, más factible es que acepte el corte de uñas y las revisaciones a medida que madure.
Los perros se ponen muy nerviosos cuando aparece la incertidumbre en sus vidas, y los objetos que la gente toma por conocidos y aceptados, como los alicates, pueden parecerles extraños y alarmantes.
Una rápida solución es poner los alicates en algún lugar donde su perro los pueda ver, como sobre una mesa baja o una repisa de su biblioteca.
No los saquemos únicamente unas horas durante el día en que los vamos a usar.
Dejémoslos a la vista todo el tiempo.
Esto le va a dar al perro la oportunidad de oler, ver y acostumbrarse a ellos.
Seguramente seguirá sin disfrutar que le corten las uñas, pero por lo menos estará menos nervioso al ver ese objeto brillante y cliqueante que sostenemos en nuestras manos.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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