El hipopótamo, ese gordito simpático de cuentos infantiles, vive en las selvas húmedas de África y también en Colombia. Que se ha transformado, muy a su pesar en el país fuera de África con mayor número de ellos en libertad en el mundo.
El capo narco Pablo Escobar Gaviria trajo la especie al país para su “zoológico” personal, con la adquisición de cuatro animales.
Luego de la muerte del narco por descuido de las autoridades que custodiaban el patrimonio expropiado los hipopótamos se escaparon y si bien hoy se estiman en unos sesenta dentro de 30 años sus descendientes se contarán por miles , si no se toman medidas.
Uno de los animales más peligrosos para el turismo en África son los hipopótamos, quizás por su apariencia simpática que lleva a los turistas a un acercamiento estrecho con consecuencias fatales al defender estos animales con excesivo celo su territorio.
Al riesgo para las personas se suman los potenciales efectos ecológicos y socio-económico de la introducción de un gigante herbívoro africano en Colombia.
Un primer acercamiento científico nos indica que para el año 2050 podría haber entre 400 y 800 hipopótamos en el país tomando un índice anual de crecimiento de su población austero pero si se considera un índice optimista podrían llegar a 5.000.
La zona en la que han desplegado su nuevo hábitat es donde viven más de 2.700 especies de animales, además de ser la cuenca fluvial más poblada del país y de regar algunas de las principales zonas agrarias colombianas.
Su número fue aumentando y también su hábitat, pues algunos se escaparon de la hacienda y se instalaron a sus anchas en el Magdalena, donde empezaron los avistamientos y los encontronazos con los lugareños, que solo conocían a estos animales por los libros de ciencias naturales o documentales.
Lamentablemente y quizás por su inserción errónea en el imaginario popular los hipopótamos colombianos son vistos en general con simpatía en pueblos de la zona, que los utilizan como reclamo turístico, aunque también se expresan el temor a que destrocen los cultivos o las barcas y aparejos de los pescadores.
Otro grave problema es la materia fecal que en cantidades impresionantes es depositada en el lecho de los ríos alterando el agua y como consecuencia la población biológica. El caso es altamente complejo con aristas de todo tipo.
Se ha planteado desde dar contraconceptivos a las hembras y la esterilización de los machos hasta la erradicación con rifle sanitario como especie invasora.
Paradójicamente mientras el hipopótamo africano está en la “lista roja” de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como una especie “vulnerable”, con una población calculada en 115.000 a 130.000, que está estable aunque ha desaparecido de algunos lugares, los de Colombia están en crecimiento.
Es importante tener en cuenta es que no existe depredador alguno en Colombia que pueda devorar a este mega herbívoro y los nativos no parecen estar interesados en su caza, al contrario de lo que ocurre en África.
El impacto ecológico de los hipopótamos colombianos puede ser significativo, pues son capaces de modificar el ambiente físico de una manera que altera el hábitat y la disponibilidad de recursos.
Cuanto más se demoren las autoridades en tomar medidas, más va a costar ponerlas en práctica y mayores la consecuencias que el narcotráfico depare aun después de la desaparición de su máximo exponente histórico.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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