Muchas razas de perros son la consecuencia real y operativa de las actividades del ser humano mientras que otras se gestaron primero y fue el hombre quien les buscó a partir de sus habilidades la aplicación concreta de ellas.
Tal el caso del Yorkshire Terrier, un pequeño terrier inglés que surge de la cruza de otras razas anteriores pretendiendo generar un perro más pequeño, valiente y gran cazador de alimañas.
La genética del Yorkshire Terrier es mezclada, y algo misteriosa. Probablemente surja de una cruza entre el Dandie Dinmont Terrier y el Skye Terrie, ambas estirpes preexistentes.
Fue introducido en las regiones occidentales de Yorkshire, Inglaterra, en donde comenzó a trabajar como ratonero y terrier. Otros progresos, que incluyeron la capa sedosa larga, surgieron posiblemente de una cruza con el maltés.
La personalidad de Yorkshire Terrier es activa y alerta. La raza pronto se convirtió en un faldero, aunque también fue el elegido de los mineros de carbón y de los hilanderos para protegerlos de los roedores y por ende de las enfermedades que éstos transmiten como la leptospirosis, el flagelo de ambientes húmedos y reconcentrados como las galerías de las minas de carbón.
Fue reconocido en 1886 en Inglaterra en donde sigue siendo el perro más popular de compañía. Comparte un renombre similar en el resto del mundo.
El Yorkie es un buen animal doméstico para los ancianos o las personas que deben permanecer en el hogar ya que no requiere mucho ejercicio. Los niños no son su vínculo más feliz ya que prefiere a la compañía de adultos. Es un perro sano y muy longevo.
En el otro lado del espectro variado del universo canino se encuentra el Boyero de Berna, un bellísimo animal de pelo brillante y sedoso que fue utilizado en los tambos de antaño de la ciudad de Berna.
Como su nombre lo indica juntaba las vacas por la mañana cuando debían ser ordeñadas a mano. Terminada esa labor, cuidaba a los niños, sus preferidos, mientras toda la familia se ocupaba del ordeñe manual. Terminada esa tarea había que llevar los tarros de leche a la quesería y eran estos perros los que tirando de un carrito especial los llevaban.
Hoy esos tambos han quedado en la historia y el Boyero de Berna se ha convertido en un excelente perro de compañía con obvia tolerancia a la leche, a diferencia del resto de los perros, por lógica selección natural de las centurias.
Un perro completo y bellísimo con la única desventaja como contrapartida al pequeñín del Yorkie de su escasa longevidad que llega en promedio tan solo a los siete años de edad.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
SEGUIR LEYENDO: