“Chonino, ¡ataque! Si había algo con lo que era imposible de frenarlo, era con una orden. Cuando la noche del 2 de junio de 1983 Luis Sibert, baleado en el medio de la lluvia gritó la palabra clave, su perro, con la experiencia de varios años de servicio, salió disparado como un rayo hacia uno de los ladrones y logró desarmarlo. Con el último respiro antes de desvanecerse, el suboficial Sibert, su compañero y adiestrador de toda la vida, vio desde el piso como otro de los ladrones que se encontraba en el lugar, le disparaba en ese momento al cuerpo del perro.
Dolorido, con renguera y dejando un hilo de sangre en la vereda, Chonino volvió como pudo hasta donde estaba mal herido Sibert. Le lamió su cara que también estaba con sangre. Se acostó sobre él. Y murió.
La crónica policial se completa con un dato que pone la piel de gallina: Chonino salvó literalmente la vida de Luis. Antes de salir corriendo, uno de los delincuentes, atinó a tirar un último disparo sobre el cuerpo mal herido del policía que yacía en el piso. Esa bala, la que buscaba rematarlo, impacto en el cuerpo del perro moribundo que muy posiblemente terminó haciendo de escudo protector.
El Día Nacional del Perro comienza ahí, en la esquina de Avenida Lastra y General Paz, en el barrio de Devoto, con el llamado de un vecino a la comisaría 45 y esta balacera posterior que se produjo entre el suboficial Sibert, el agente Jorge Ianni, Chonino y dos delincuentes que deambulaban por la zona. Pudo haber sido un operativo más de Chonino, aquel perro policía que también era convocado para ir las canchas de fútbol y recitales y que, según cuentan, podía ser tan bravo con los desconocidos como muy encantador con su dueño y la gente que le inspiraba confianza.
Pero no lo fue. No lo fue porque Chonino hizo lo que tenía que hacer: acatar una orden, defender a su dueño, neutralizar el mal, aunque tan solo sea a raíz de un andar sospechoso en una esquina cualquiera de la ciudad. Hoy, 2 de junio, se conmemora el Día Nacional del Perro para recordar no solo a este héroe de cuatro patas, el perro, ese que muchos tenemos como animal de compañía predilecto, sino también para remarcar la lealtad que Chonino tenía con su suboficial amigo.
Ahondar en aquella noche, en esta historia, resulta tan escalofriante como conmovedor. Según la investigación, cuando llegaron los refuerzos al lugar del hecho, Chonino tenía aún algo apretado muy fuerte entre sus dientes. Lo notaron los paramédicos: era un pedazo de campera que logró rescatar en su ataque. Y en ese pedazo de tela, el bolsillo con los documentos de uno de los delincuentes. Gracias a esa información, los dos serían detenidos cinco días después en la provincia de Buenos Aires.
El oficial Jorge Ianni, al igual que Chonino, fallecieron ese operativo. El suboficial Sibert, en cambio, sobrevivió: después de varias operaciones y seis meses de lucha en el Hospital Churruca, volvió a ejercer como policía, pero ya no en la División Perros, ese lugar que tanto amaba. Sibert murió 24 años después, en el 2007. Pero varios años antes, en 1996, se instaló el 2 de junio como el Día Nacional del Perro en homenaje a su fiel compañero.
La huella y la leyenda
Chonino nació el 4 de abril de 1975 en Buenos Aires. De raza ovejero alemán, su destino siempre estuvo marcado para ser un perro policía: en diciembre de 1977 lo reclutó la Policía Federal Argentina para la División Perros. No hay datos sobre su vida antes de ingresar a la policía y tampoco se sabe por qué se lo bautizó Chonino. “Seguramente se lo puso algún agente antes que lo empiece a adiestrar Luis”, arriesga a Infobae Juan Carlos Sibert, hermano del fallecido policía.
Juan Carlos es chofer de autos y regala momentos de nostalgia cuando recuerda a su hermano. Dice que hay muchas cosas que no se saben sobre la relación con este perro. “Como buen argentino, me las arreglaba para ir de arriba a algunos lugares. Fui a ver a Boca varias veces gratis, cuando me colaba en los operativos policiales donde mi hermano participaba junto a Chonino. Íbamos todos en el camión”, ensaya a modo de, según dice, una de las pocas anécdotas que atesora.
Chonino entró a un montón de canchas. Lo hizo tanto en partidos de fútbol como en recitales. Siempre con el cuerpo erguido, atento a todo, con la lengua afuera como sello distintivo. Después de completar su entrenamiento y ser adiestrado como perro de seguridad, fue catalogado como perro de presa, es decir, podía entrar en acción en situaciones de peligro. En sus primeros años, dicen algunos, su operativo más saliente fue 1978 en la inauguración del Mundial de Fútbol. Aquel partido sin goles entre Alemania y Polonia, fue su primer servicio.
Desde su debut en el Mundial Chonino no dejó de prestar servicio para luego ser asignado al suboficial Sibert, quien sería su guía en muchos operativos. “Yo lo del mundial no lo sé si fue así a ciencia cierta. Se dicen muchas cosas, -dice Juan Carlos con un halo de misterio-. Lo que puedo decirte es que mi hermano amaba su trabajo a su perro. Y su perro lo amaba profundamente a él. A Luis le gustaba adiestrarlo, cuidarlo y prepararlo. El iba después a todos lados con Chonino, eran muy fieles compañeros”.
Beatriz Sibert es otra hermana de Luis. Dice que él nunca fue el mismo después de la muerte del can. “Lo quería mucho, tenía una conexión especial. Luis mismo decía que ambos eran una dupla imbatible. Quedó muy afectado después de la muerte del Chonino”, cuenta Beatriz a Infobae.
Betriz piensa. Dice que recuerda anécdotas, “algunas se pueden contar y otras no”, aclara. Hay una precisamente que tiene que ver con la voz de ataque. “Una vez, en otro operativo, Luis le dio la orden, pero por alguna razón que no sé, lo frenó con la soga que lo tenía atado al cuello. De tal forma que Chonino se volvió contra el propio Luis y fue como a morderlo a él. Lo que tienen estos perros es que una vez que reciben la orden de ataque, son agresivos y es muy complejo detener la marcha. Afortunadamente Luis llegó a decir “¡alto!”, y no pasó a mayores”, recuerda.
“Ellos se adoraban. Luis lo quería tanto, era un ser de luz. Era súper inteligente y listo”, rememora enseguida Beatriz.
Los restos de Chonino descansan en el Museo de la Policía Federal Argentina. Su monumento, una escultura de un perro feliz, está en el Cuerpo de la Policía Montada, en un pasaje con su nombre entre Salguero y la avenida Carlos Casares. Allí se sacó una foto Luis cuando se propuso al 2 de junio como el Dia Nacional del Perro. Cuando Beatriz mira esa foto, lo ve a su hermano triste junto al monumento. Dice que él ya no era el mismo.
Hay muchos dichos ligados a los perros y su relación con los humanos. Una de ellos dice que “el perro es el mejor amigo del hombre”. En el caso la placa de este ovejero, aguerrido y cariñoso, valiente e intrépido, reza sin vueltas: “A Chonino, que dio su vida por salvar a su guía y amigo”.
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