Los leones son una especie en peligro de extinción. En Sudáfrica, el mayor exportador mundial de trofeos de leones, generan un negocio millonario y cazadores de todo el planeta viajan a cotos cerrados en busca de su presa, pero eso pronto podría llegar a su fin.
En una granja no muy lejana a la capital sudafricana, Pretoria, un cachorro de león de pocas semanas de vida patalea en los brazos de una turista que, sonriente, se saca fotos con el tierno animal de pelaje suave y pequeños dientes filosos.
Escenas como estas, que la organización defensora de los animales Humane Society International-Africa (HSI-Africa) llama “selfies cariñosas”, eran habituales antes de la pandemia de coronavirus y las consecuencias que esta crisis tuvo para el turismo en Sudáfrica.
Pero es solo una faceta de las muchas que tiene este negocio millonario en torno a la cría privada de leones en el sur de África. Allí se crían miles de leones en recintos privados para dejarlos librados luego a cazadores que llegan de Europa, Estados Unidos y otras regiones del mundo en busca de su trofeo.
A esta práctica allí se la llama “canned lion hunt”, algo así como “caza de leones enlatados”, y que llegará a su fin en un futuro, según la voluntad de la ministra sudafricana de Medio Ambiente, Barbara Creecy.
La funcionaria quiere frenar la polémica cría de leones en cautiverio y propuso una serie de amplias recomendaciones. Entre ellas, plantea la cuestión ética de qué tiene que ver disparar a un león criado en un terreno cercado con la caza real.
“Impedir la caza de leones en cautiverio va también en interés de la verdadera industria de la caza de animales salvajes”, sostiene la ministra, que subraya que sus recomendaciones no se dirigen en contra del sector de la caza.
“El Gobierno finalmente ha adoptado recomendaciones para poner fin a la aberrante cría de leones para su caza en cautiverio. Los leones no deberán sufrir más, en un futuro, condiciones horrorosas a causa de una ‘selfie’ o para convertirse en un trofeo”, celebra Audrey Delsink, de HSI-Africa.
Pese a que hasta el momento solo se trata de recomendaciones, Delsink ya habla de una gran victoria para los leones sudafricanos. Según sus estimaciones, hay casi 11.000 leones criados en cautiverio en más de 260 granjas a lo largo de toda Sudáfrica. El Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW) también ve motivos para festejar.
El director para Sudáfrica del IFAW, Neil Greenwood, señala en un comunicado que se trata de “uno de los peores abusos contra el bienestar animal de los tiempos modernos”. “Se necesitaron más de 20 años de presiones y la cruel muerte de miles de leones por pura codicia comercial para que el Gobierno de Sudáfrica ponga finalmente un punto final”, expresa.
Un análisis de HSI sobre los datos comerciales de especies de mamíferos incluidos en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) arrojó que entre 2014 y 2018 fueron exportados 4.176 leones como trofeos de caza desde Sudáfrica.
De acuerdo con la organización protectora de animales Pro Wildlife, los países con mayor número de cazadores de grandes animales son Estados Unidos, España y Alemania.
Según los precios de los safaris de caza privados, disparar a un animal en Sudáfrica cuesta alrededor de 20.000 euros (unos 24.200 dólares); un viaje de caza de tres semanas puede llegar a sumar rápidamente hasta 100.000 euros.
La controvertida industria de la cría de leones en Sudáfrica sostiene que la caza de trofeos salva a determinadas especies del riesgo de extinción, una argumentación similar a la que apelan los vecinos países de Botsuana o Zimbabwe para justificar la reanudación de la caza de elefantes.
La ministra de Medio Ambiente Creecy considera que un programa de caza de trofeos regulado puede ser un buen aporte para la protección de los animales salvajes y para asegurar la subsistencia de la población local. Pero está en discusión cuánto dinero de la caza de trofeos llega realmente a los lugareños.
Stephan Wunderlich, experto en caza en el extranjero de la Asociación Alemana de Caza (DJV), también advierte que no se debe confundir disparar a leones en recintos cercados con la caza sostenible. “Es una verdadera industria -comparable a la ganadería- y se limita a Sudáfrica”, subraya, y agrega que las asociaciones de cazadores se oponen firmemente a esto desde hace años.
Wunderlich señala que en países como Namibia, Botsuana o Zimbabwe se dispara a los leones en libertad para regular las poblaciones y en casos de conflicto entre humanos y animales. “Esto también se aplica a los elefantes: en Botsuana, por ejemplo, una población de al menos 135.000 elefantes lleva a que los animales destruyan su propio hábitat, y el de otras especies, de manera difícilmente reparable”, sostiene el experto.
Los protectores de animales observan además otro problema. Mientras que la Convención de Washington sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas prohíbe el comercio de huesos de leones salvajes, sí se pueden exportar desde Sudáfrica los huesos de leones criados en cautiverio.
Las organizaciones alertan que esto podría fomentar el contrabando de huesos de leones salvajes ya que es casi imposible distinguir entre las partes del cuerpo de los leones salvajes y las de los animales en cautiverio.
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