Un fósil de tres millones de años podría proporcionar nuevas pistas evolutivas sobre cuándo vivió el último ancestro compartido de humanos y chimpancés, según un nuevo estudio.
Científicos de la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California (USC) analizó la parte superior del cuerpo del fósil, conocido como “Pie Pequeño”, por primera vez desde su descubrimiento en 1994 Aunque la ciencia ha avanzado en la comprensión de la evolución humana en los últimos años, hay muchas secciones de nuestro árbol evolutivo que siguen sin conocerse. Cuanto más retrocede, más difícil es encontrar evidencia fosilizada.
Un aspecto que permanece en gran parte desconocido es el punto en el que los humanos evolucionaron para ser bípedos mientras que los chimpancés permanecieron cuadrúpedos. El nuevo análisis de la parte superior del cuerpo de Little Foot arroja luz sobre esta cuestión. Muestra que la forma en que los primeros antepasados humanos usaban sus brazos era mucho más similar a la de otras especies de simios que a los humanos modernos.
Aunque otras áreas del cuerpo de Little Foot muestran que la especie ya había desarrollado la tendencia a caminar erguida, los brazos, y en particular los hombros, eran claramente simiescos. Este descubrimiento es la evidencia más conocida de cómo los primeros humanos usaban sus brazos hace más de tres millones de años.
El fósil es único porque fue descubierto casi intacto. Los científicos estiman que el cuerpo de Little Foot, una hembra de cuatro pies de altura de la región de Sudáfrica, cayó en un pozo y fue preservado y fosilizado por el clima. Luego permaneció allí intacta durante aproximadamente 3,67 millones de años hasta su descubrimiento en 1994.
El esqueleto intacto ha ofrecido más pistas sobre la evolución humana que muchas de sus contrapartes debido a su estado cuando fue encontrado. Los científicos se centraron en los hombros durante todo el estudio, ya que son el espécimen más completo y completo que se ha descubierto hasta la fecha.
La especie, clasificada como Australopithecus, tenía omóplatos adecuados para unirse a músculos gruesos y pesados, más similares a los que se encuentran en los gorilas y los chimpancés que en los humanos. Los omóplatos eran robustos y reforzados, aparentemente para soportar el peso del cuerpo mientras se movía de un árbol a otro.
Además de esto, la clavícula tenía una curva distintiva en forma de S, que se encuentra comúnmente en los simios, y la articulación del hombro se asienta en un ángulo adecuado para estabilizar el cuerpo cuando un simio cuelga de las ramas de los árboles.
Sin embargo, el ángulo de la columna en relación con el cráneo muestra que, aunque la especie todavía era apta para vivir en los árboles, caminaba predominantemente en posición erguida.
Esta nueva información sugirió a los científicos que las similitudes estructurales entre humanos y simios persistieron hasta mucho más recientemente de lo que se creía. Esta hipótesis ha permitido a los investigadores estimar una nueva fecha para el tiempo en que habría vivido el último ancestro común de humanos y chimpancés.
“Vemos evidencia incontrovertible de que el brazo de nuestros antepasados hace 3,67 millones de años todavía se usaba para soportar un peso sustancial durante los movimientos arbóreos de los árboles para trepar o colgarse debajo de las ramas”, dijo Kristian J. Carlson, autor principal del estudio y profesor asociado de ciencias anatómicas integrativas clínicas en la USC,
Y agregó: “Basándonos en comparaciones con humanos y simios vivos, proponemos que la morfología y función del hombro de Little Foot es un buen modelo para la del ancestro común de humanos y chimpancés hace siete millones a ocho millones de años”.
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