Muchos perros, que seguramente no se han mirado ni reconocido ante un espejo, se sienten el “malo de la película” ante las amenazas externas aunque su apariencia diga lo contrario. Esto ocurre por sus instintos de perro aunque se asemejen más a un juguete de peluche que un noble protector del hogar.
Frente a ciertas presencias o estímulos algunos perros, la mayoría, se transforman dramáticamente. Ni bien escuchan los pasos de su enemigo, rival o amenaza en la calle, aunque sea reja de por medios e convierten en su peor y más terrible imagen, erigiéndose en protector.
Actúan como si le fueran a arrancar la pierna a quien los amenaza si tan solo pudiera atravesar la reja. En algunos animales una experiencia disparadora será la responsable y actuarán como si el cartero o el sodero fueran sus peores amenazas o enemigos. Simplemente están cuidando a los suyos, a la manada.
Ese es uno de sus roles en la vida de perros que les corresponde. Protege así su territorio que, desde el punto de vista de un perro, es una de las cosas más importantes que puede hacer dando ladridos de advertencia y reservándose para acciones mayores y más comprometidas.
Todos los perros son algo guardianes
Es algo que han heredado de sus ancestros, que debían defender de los invasores sus territorios y sus provisiones limitadas. Las amenazas detrás de la reja parecen ser blancos fáciles. Esto es lo que sucede: la primera vez que el perro escuchó a algo extraño acercarse a la reja, se alarmó.
Al principio, probablemente retrocedió un poco, pero un día tomó coraje y dio un pequeño ladrido. Sus dueños se acercaron rápidamente para ver qué era lo que causaba la conmoción. La amenaza en pocos minutos desapareció porque quien o lo que la causaba siguió su rutina.
La combinación de los halagos por parte de sus dueños y la retirada de la amenaza ante su actuación pone muy felices a los perros. Simplemente suponen que su actuación ha sido determinante para lograr el alejamiento de la amenaza.
De allí en adelante, se sentirán confiados que pueden proteger a sus hogares de estos amenazantes visitantes, de modo que seguirán ladrando. Cada supuesta amenaza recibirá la misma reacción Parte de esa reacción es mera anticipación.
Los perros están en sincronía con ritos y rituales a tal punto que si fueran personas, se los rotularía como obsesivos-compulsivos. Cuando una supuesta o pretendida amenaza ocurre a la misma hora y de manera semejante no importa si el evento es anticipado con felicidad o pavor.
Lo más probable es que los perros comiencen a pensar en él cuando se levantan a la mañana, y su excitación aumente a medida que pase el tiempo. Para cuando llega el evento planteado, están altamente estimulados y listos para la acción. Este podría llegar a ser el momento más importante de sus días.
Los perros que pasan sus días solos se agitan de manera especial porque sienten que los han dejado a cargo de la casa. Si no ladran como locos y advierten a los intrusos de su presencia, ¿quién lo hará?
Llegan a la conclusión de que están de guardia por si alguien se acerca amenazante a su propiedad. Esta es la esencia del instinto y la cualidad canina de ser guardián, característica que está en su genética, en su esencia de perro, sea macho o hembra y que no desaparecerá con la castración.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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