Hay una disciplina científica llamada bienestar animal, que considera los efectos del ambiente y sobre todo de los seres humanos sobre los animales siempre tratando que sea desde el punto de vista del animal.
Ese bienestar animal puede ser físico o emocional, ambos aspectos relacionados respectivamente con el disconfort físico y el emocional. Los dos tipos de bienestar se asocian con el comportamiento natural y ese comportamiento natural se vincula directamente al estado de salud del animal en cuestión.
Por ejemplo, si le restringimos el espacio a un mínimo a un cerdo y limitamos su natural comportamiento individual y social comenzará a morder barrotes generándose lesiones en la boca y será su estado emocional, de frustración y dolor el responsable de esas lesiones en la boca. Hay entonces lesiones físicas y emocionales que son consecuencia de alteraciones del comportamiento natural.
A lo largo de los últimos años se han acuñado diferentes definiciones, cada vez más completas y complejas, sobre este concepto de bienestar animal. Una de las primeras definiciones modernas dice que “bienestar animal es el estado equilibrado de un animal relacionándolo a sus esfuerzos para vincularse adecuadamente con el medio ambiente”.
Encontramos otra que dice que “ni la salud, ni la falta de estrés, ni la condición física son necesarios ni suficientes para concluir que un animal goce de bienestar, el bienestar es dependiente de lo que los animales sienten y debemos hacer esfuerzos por poder medir objetivamente ese sentimiento”.
Incorporando el ambiente al concepto de bienestar animal encontramos una nueva definición que sostiene que no solamente bienestar significa control del dolor y del sufrimiento, sino que también involucra cumplir con la naturaleza del animal y su relación con el ambiente.
De las últimas tres definiciones surge una combinada que abarca lo físico, lo emocional y lo ambiental de donde surgen las condiciones básicas del bienestar animal. Entonces bienestar es un concepto concerniente a la calidad de vida y que afecta a la cantidad de vida del animal, ya que la calidad de vida puede determinar esa cantidad de vida, restringiéndola.
El tema del bienestar animal llega, inclusive, al momento del sacrificio de un animal de consumo o al acto de la eutanasia de índole médica que deben regirse por las normas de bienestar animal. La muerte es lo que le da sentido a la vida y la ciencia médica, y el bienestar animal se deben ocupar del bien vivir y también del bien morir.
Si aplicamos estos criterios a la cría de animales de consumo habría que redefinir muchas cosas ya que desde el punto de vista del bienestar animal, existe por un lado, la explotación que es el uso abusivo de un animal con cualquier fin, mientras que el uso o producción, por otra parte, es utilizar a un animal en beneficio del hombre controladamente.
Aquí el concepto de control tiene que ver sustancialmente con la diferencia entre explotación y producción y con la aplicación de las normas de bienestar animal. Por eso no hablamos de explotación animal sino de producción animal, relacionándola con el cumplimiento de esos parámetros de bienestar animal.
Resulta fundamental entonces para hacer prácticos estos conceptos humanizar al hombre y animalizar a los animales. Como conclusión: lo importante sería entender y definir al bienestar animal con tres enfoques básicos, el físico, el emocional y el relacionado con el entorno natural, y respetar estos conceptos en cada acción vinculada a los animales.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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