La conducta del gato es digna del asombro y la admiración de los “pobres mortales humanos”. El gato tiene una organización en su vida personal, “familiar” y comunitaria muy especial.
En su vida personal, el gato, al tener marcadas pautas en su comportamiento, fácilmente adapta lo que el hombre le ofrece para tratar de cumplirlas, evitando conflictos innecesarios con sus designios ancestrales y con sus eventuales “padres o amigos de dos patas”.
De esa forma, los gatitos muy pequeños, sin ningún tipo de adiestramiento, enseñanza o entrenamiento especial, como si tuvieran costumbre de hacerlo siempre, usan la bandeja y piedras sanitarias con total soltura e idoneidad.
No lo hacen para evitar trastornos en la organización de la casa o porque quieran adaptarse a las reglas humanas de convivencia, lo hacen adaptándose a lo que el ser humano le ofrece.
No nos olvidemos de que los gatos son gatos, están felices de serlo y no quieren dejar de serlo.
Sepamos que nos acompañan con afecto y devoción porque nos identifican como gatos raros con capacidad de convivir, pero de ningún modo se transformarán ellos en seres humanos, con las probables desventajas que desde su óptica ello implique.
De ese modo, cuando usan los elementos sanitarios que les brindamos, sean estos una lata y arena o la más sofisticada bandeja y el más calificado de los elementos sanitarios comerciales, los gatos obedecen a sus pautas de comportamiento silvestre de esconder la materia fecal y de marcar su presencia en la cercanía con un ritual que, a los ojos del hombre, es meramente higiénico y complaciente.
Ellos aceptan lo que les brindamos y se adaptan pero no dejan de cumplir su destino de gatos por eso.
Otra forma de comprobarlo es observando la rutina diaria de cualquier gato, sea de la raza que fuere y el origen que les plazca.
Un gato sano y bien criado es un individuo ordenado en sus costumbres: duerme como buen predador el tiempo que puede y necesita; limpia y ordena su pelo con dedicación y esmero sin apuro ni angustia; come moderadamente y juega o se ejercita siempre en forma metódica y pautada.
Hasta el contacto con nosotros obedece a una pauta de organización mental digna de los sabios griegos de la antigüedad. En el gato nada se deja para el momento que no debe ser. Todo lo que se puede hacer con sistema y método se hará y lo que se pueda ordenar se ordenará. Lo único imprevisto en la vida de este maravilloso ejemplar del ordenamiento natural es la cacería.
Lo único que no se puede ordenar o pautar es de dónde y cuándo aparecerá la presa y, en realidad, toda la vida del gato está condicionada y armada para ese sublime momento aunque los humanos, tan “civilizados y educados”, nos resistamos a pensar así del minino que nos ama, nos busca y nos necesita tanto y con tanta desesperación.
Las pautas de método y de orden son, en algunos animales, tan estrictas y perfeccionadas que han ocurrido anécdotas y sucesos que a veces resultan verdaderamente asombrosos.
Tiempo atrás, antes de la irrupción masiva de los alimentos balanceados en el mercado, los gatos comían carne picada, hígado y/o bofe, según condición social, manía, educación y consejo profesional, en el mejor de los casos, de los dueños actuantes en cada caso.
Así ocurrían, en el caso de los alimentados a hígado en forma casi o totalmente exclusiva, enfermedades que hoy son históricas como, en este caso de alimentación monocorde, la calcificación de articulaciones por un exceso de vitamina A.
Lo difícil, casi imposible, era tratar de variar la dieta de estos “hepatófilos”, para salvarlos de la discapacidad absoluta.
Las más de las veces, la costumbre, la rutina, obligaba a mil trucos e inventos para tratar de superar el trance, para variar la dieta y no siempre había éxito en la empresa.
Lo mismo ocurría en los alimentados a carne, generalmente picada, cuando se cambiaba de carnicero o se variaba de corte.
En el gato la rutina y el orden son pautas primarias y que gobiernan su vida. Cualquier cambio lo acusará en su conducta y muchas veces hasta en su salud.
Nos puede parecer imposible, exagerado o descabellado; sin embargo, en la vida de los gatos sanos, física y emocionalmente, las cosas son así.
Nos guste o no nos guste, el gato continuará con sus pautas que le han dado excelente resultado y le han permitido convivir con felicidad y equilibrio hasta nuestros días.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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