El cuerpo del perro aún lleva consigo los rasgos de una máquina para cazar, tanto en su cuerpo como en su instinto. Basta observar los filosos dientes incisivos que no fueron diseñados para comer elegantes bocados en un plato de porcelana o los ojos que tienen muchos miles de receptores de movimiento más que los ojos de las personas. Nosotros vemos el color. Los perros ven la acción.
Pero los perros tienen un impulso para la persecución que hace que instintivamente persigan a cualquier cosa que corra. Y los gatos sí que saben correr. Aun cuando los perros no tengan esto en su mente, el repentino relámpago del movimiento felino envía un mensaje a sus cerebros: “Hay que perseguir.” Y eso es lo que hacen.
Por supuesto, hay algunos perros que no se levantarían para correr tras un gato ni por una apuesta. Los perros maduros y aquellos con personalidades de bajo perfil preferirían dormir antes de perseguir. Lo mismo ocurre con aquellos perros que han sido criados con gatos desde cachorros que generalmente saben que los gatos son simplemente un hecho habitual del entorno cotidiano.
Mientras el impulso para perseguir sigue vivo en los perros modernos, el impulso siguiente -que es el de matar a la presa- se ha extinguido en gran parte. Los gatos excitan a los perros y a los últimos les encanta perseguir a los gatos. Pero una vez que los tienen arrinconados, muchos se olvidan por qué los querían en una primera instancia. La mayoría de los perros arrinconarán a un gato y luego solamente ladrarán de frustración porque ya no saben qué hacer después.
Aun cuando los perros tengan intenciones malvadas, el resultado es generalmente el mismo. Los gatos son más veloces y más ágiles. Pueden saltar distancias tremendas y trepar superficies empinadas. Generalmente se alejan de las persecuciones sin haber sufrido siquiera un rasguño.
Por otro lado, la vajilla cara puede recibir severos embates. El cuadro típico de la persecución es un perro atolondrado corriendo a un gato que se mueve como un rayo y muchas veces eso involucra golpes en muebles y rotura de vidrios. Para los animales, es un instinto. Para los humanos, un dolor de cabeza.
Entre los perros hay diferencias raciales o tipológicas en cuanto a su reacción frente a los gatos. Los perros que han sido creados para cazar, para ser guardianes o para trabajar con otros animales, tales como Retrievers, Rottweilers, y Border Collies, están entre los perseguidores de gatos más incorregibles. También lo son los perros con alto nivel de energía como los Terriers y Dálmatas. Los perros menos propensos a perseguir gatos (o cualquier otra cosa) incluyen a los Basset Hounds, Boston Terriers, Montaña de los Pirineos y Terranovas.
Aun cuando la mayoría de los perros no persiguen a los gatos con los cuales conviven, para algunos es demasiado tentador. Una manera de desalentarlos es mantener la correa enganchada a sus collares en todo momento. En el instante que se lanzan a la persecución, pisemos la correa y hagamos un ruido fuerte. La pisada a la correa arresta su impulso hacia delante y los sacude, y el ruido fuerte hace que toda la experiencia sea un poco incómoda. Después de un tiempo, a la mayoría de los perros les llegará el mensaje de que perseguir a los gatos tiene recompensas poco recomendables.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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