Al caballo de carrera, hay que entenderlo como un atleta de alto rendimiento. Esta es una de las conclusiones a las que llegan quienes se dedican tanto a criar caballos de carrera como a entrenarlos. Desde el minuto cero, cuando el caballo es atendido por un peón en su box, comienza toda una serie de cuidados especiales.
El caballo, ante todo, tiene que tener una buena cama. “Tiene que descansar bien con una cama acolchada. La comida debe ser de buena calidad y con la cantidad de calorías que necesita. Un caballo tiene que comer 35 mil calorías por día, y eso se logra tras ingerir 7 kilos de avena diaria y pasto”, cuenta a Infobae Pablo Daniel Rivera, veterinario clínico de Sangre Pura de Carrera (SPC).
Otro de los temas a tener en cuenta es limpiar su orina y material fecal de la mañana. “Esto es para que no esté respirando alto contenido de amoníaco que provoca irritación en las vidas respiratorias. El peón masajea la musculatura para genera calor y que el animal salga mejor a la cancha”, agrega Rivera.
Luego aparece el capataz. Esta persona es la que se encarga de hacerle la comida, y observa la sanidad del caballo. Es el que, si tiene alguna duda, llama de inmediato al veterinario. Después, el caballo hace su ejercicio diario a cargo de un entrenador, quien convive junto al peón y el capataz todo el día. Los tres son los grandes protagonistas que siguen de cerca al caballo.
Es el veterinario quien, ante el llamado de sus colaboradores, puede decidir si sale o no ese caballo a entrenar o correr. Es quien puede mandar hacerle, por ejemplo, placas al caballo con un radiólogo. “Si tiene un problema como un desgarro, llamo a un veterinario ecografista, otra de las especialidades que hay”, dice Rivera.
Las yeguas suelen ser las que más tienen estrés. Sucede cuando están muy exigidas en los entrenamientos. Y ante este tema, dejan de comer. “Ahí lo que se evalúa es el tema de los dientes, y si hay que sacar algún diente de leche. O tal vez alguna muela que hay que limar. “Entonces se llama a un veterinario especialista en muelas, o algún ondotólogo de caballos. En caso de que haya que sacar alguna pieza, directamente convocamos al odontólgo. Siguiendo con esa linea se puede hacer una gastroscopía también”, completa Rivera.
Pero el caballo puede aún seguir sin comer. Se llama, entones, a un nutricionista de caballos. “Son los que balancean la dieta. Pueden ver la calidad de avena que están comiendo, o el tipo de pasto”, cuenta Deborah Toledo. Junto a su marido, Mariano Manso, ambos crían y entrenan caballos en su caballerizas, Queen Debiss & San José del Ecuador.
Otra cuestión son los análisis de sangre. Se le suelen hacer para ver cómo está el hígado, las encimas musculares, si están anémicos o no.
La calidad del pelo es otra cosa que se sigue de cerca. “Es parte del cuidado del caballo. Para este tipo de cosas, también hay homeópatas para caballos. Y, de hecho, se les suele hacer nebulizaciones en caso de que tengan problemas respiratorios. Se hacen muchas cosas que no se conocen. Vivimos por y para los caballos”, finaliza Toledo.
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