Los perros en actitud de agresión, como en cualquier especie que se precie, quieren parecer más grandes de lo que son como una respuesta lógica ante lo que perciben como una amenaza. Por eso, su cuerpo va a estar rígido, estirado e inclinado hacia adelante, escondiendo y moviendo la cola de una manera rápida y frenética. El pelo del lomo erizado lo hará tener una apariencia mayor a la real y amenazadora.
Un perro en actitud de agresión, está listo para abalanzarse hacia lo que lo perturba, mostrando actitud y presencia lo más grande (o agrandada) e intimidante posible. Los dientes quedarán descubiertos, con la nariz arrugada, las orejas para atrás y el acompañamiento de gruñidos o ladridos cortos. La boca, vista de costado, tiene la forma de una letra C invertida.
Esto es una señal agresiva asertiva o sea clara en sus intenciones de comunicar pero sin consecuencias por ahora. Una real advertencia. En cambio, cuando el gruñido y los colmillos al descubierto se acompañan con el cuerpo hacia atrás y las orejas caídas son una señal de agresión pero defensiva. En ambos casos suele haber una mirada fija y penetrante dirigida a la amenaza latente.
A veces la mirada fija con los ojos bien abiertos puede ser el despertar de una inclinación predadora lo que es muy importante de advertir sobre todo cuando conviven en el mismo lugar perros más chicos, gatos o niños pequeños.
¡Con mi comida no!
Es muy común que un dueño clásico de perro diga: “Yo lo domino a mi perro tanto que le puedo poner la mano en la comida y no me hace nada”. También esta actitud es muy común cuando un perro está sosteniendo un hueso o algo de comida en la boca.
Nada más contrario al instinto del perro que lleva grabado en su cerebro más primitivo a través de miles de años de evolución que cuando la presa está al alcance propio desaparecen las jerarquías. Cuando la “presa” (en este caso “la comida”) está a menos de 30 centímetros se rompen todas las reglas de jerarquía y de respeto a ella y la presa o sea el contenido del comedero le pertenece quien está más cerca y hay que defenderla aun atacando.
A esto se lo conoce como distancia crítica, aplicable tanto a la comida del como a las relaciones humanas en cuanto a la cercanía entre personas en el momento del diálogo. No podemos ir graciosamente contra algo tan marcado por la evolución y lo que corresponde hacer es no tentar al diablo.
Hagamos sentar a nuestro perro a una distancia mayor a un metro de donde está el comedero, logremos que permanezca en esa posición y démosle recién la orden de comer cuando nosotros decidamos. Eso refuerza la jerarquía sin desafiar a las reglas del cerebro primitivo.
¡Te pertenezco!
Un perro sumiso o asustado intenta verse lo más pequeño posible. Un perro con el cuerpo encorvado, las orejas pegadas a la cabeza y la cola entre las patas traseras nos comunica: “No quiero problemas y voy a hacer que me indiques”.
Los perros muy asustados o sumisos pueden lloriquear, orinarse o incluso transpirarles las patas lo que se hace evidente porque dejan marcas al caminar. A veces como signo de sumisión puede ocurrir que le laman la boca o las orejas al individuo dominante.
La distancia entre la demostración y el sentimiento de sumisión y el sentimiento de miedo a veces puede ser muy estrecha sobre todo si el perro en cuestión ha sido mal educado o castigado equivocadamente asustándolo.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
SEGUIR LEYENDO: