Los beduinos son un pueblo nómade, personajes de las dunas, que enfundados en sus túnicas vagan y vagan por el desierto y cuyo contacto con la civilización actual es a cuentagotas y con mucha reticencia. Es por ello que los métodos de estrategia comunicacional deben ser muy hábiles para lograr llegar a ellos.
Para ellos dos cosas en la vida tienen un supremo valor: sus camellos dromedarios y el agua, de especial importancia en ese clima y en tan agreste terreno. Los dromedarios, las naves del desierto, debían a la grasa de sus jorobas la economía del agua y los gatos y los camellos, en ese sentido, son parientes muy estrechos.
Resulta difícil comprender por qué a los gatos, sino a todos, a la mayoría de ellos, les gusta y más aún les fascinan los pescados.
Una suposición bastante fundada dice que desde un punto de vista evolutivo, filogenético, es porque el gato doméstico deriva del gato de desierto africano y, si pensamos que esos desiertos alguna vez fueron mares, podríamos también pensar que algún antepasado suyo haya sido pescador empedernido en las costas de mares hoy extinguidos. De hecho existe actualmente, una especie de gato silvestre que se llama gato pescador reconocido por su habilidad para conseguir los componentes de su dieta diaria, por medio de la pesca.
Por otra parte, es difícil, en la era de los alimentos balanceados secos, ver tomar agua a un gato moderno y, si lo hace, lo hará en mucha menor cantidad que cualquier otro mamífero.
Esta también sería una pauta desértico-evolutiva que podría fundamentarse en el ahorro metabólico de agua que realiza el gato, generando un circuito cerrado con muy poco desperdicio y una escasa necesidad de consumo de agua.
Al mismo tiempo ese circuito cerrado del agua sería el que explicaría la toxicidad específica en el gato de muchas sustancias como la aspirina, la creolina (acaroína), la dipirona, el fenol, etc.
Algunos medicamentos y los tóxicos no pueden depurarse y potencian su accionar en un medio donde el agua es tan escasa. Como consejo y conclusión: jamás se debe automedicar a un gato, ni siquiera con los medicamentos aparentemente más inofensivos, porque lo que para nosotros es inocuo para ellos puede resultar fatal.
Es que un gato es un gato y un ser humano es un ser humano, afortunadamente. Pero, aún no aclaramos cual es la similitud entre el proceder de un dromedario y el de un gato. Lo parecido se da en el ahorro del agua. Ambos la ahorran en la forma de grasa, el dromedario en la joroba y el gato en la grasa que redondea todos sus contornos. Allí encuentra sus reservas ya que las grasas son el tejido animal más fácilmente convertible en agua.
Eso también explica que resulte difícil, aunque no imposible, ver un gato verdaderamente escuálido, flaco y sin reservas ya que si esto ocurriera su estado es mucho más comprometido que en cualquier otro mamífero de igual aspecto.
Lo dicho, un gato no es un perro que maúlla. Un gato es un ser con personalidad de gato y con metabolismo de gato. Un gato es un ser único y particularmente diferente.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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