Múltiples ejemplos avalan que los animales siempre estuvieron relacionados con el quehacer y la cultura del hombre, desde diferentes ópticas. Los animales y el hombre aunque juntos en la historia, en la religión, las creencias y la cultura, obviamente, no son iguales.
Desde el punto de vista del evolucionismo, desde la ciencia moderna, las diferencias entre los animales y el hombre son puntuales: la capacidad de palabra articulada es una de las diferencias más sustanciales que existen entre los animales y el hombre. Los animales son capaces de tener su propio lenguaje mezclando el lenguaje corporal con algunos sonidos, pero lo que no pueden es articular palabra.
Nosotros articulamos palabras, frases, oraciones, párrafos, textos, conceptos e inclusive somos capaces de transmitirlos de generación en generación a través de la escritura y con la revolución informática y de los medios a través de cualquier soporte que permita perdurar en el tiempo. Los animales, al no tener palabra articulada, restringen su comunicación al lenguaje simbólico, corporal y de algunos sonidos relacionados.
La palabra articulada queda reservada al ser humano, por algunas características particulares del mismo, como son la posición de la laringe y también la existencia de una complejidad particular del cerebro humano (zonas de Brocca y de Wernicke) que es lo que le permite la rápida articulación de conceptos en la palabra.
Relacionada con la palabra articulada está lo que llamamos capacidad de abstracción. Los animales pueden tener conceptos concretos, digamos, que tienen capacidad de aprendizaje y capacidad de percepción de objetos concretos.
La capacidad de abstracción es la cualidad que nos permite pensar por ejemplo en la fe sin ver una imagen de una iglesia y pensar en la esperanza, sin pensar en el color verde, es la misma razón que nos permite saber cuál es el concepto de la palabra “de” que indica posesión sin necesidad de imaginar algo corpóreo y tangible a la hora de expresarnos. A esto lo llamamos capacidad de abstracción.
Se supone que la capacidad de abstracción de los animales es mucho más limitada que la del ser humano. Esta capacidad de abstracción está íntimamente relacionada con la palabra articulada, ya que es imposible entender el concepto de algunas palabras sin tener esta segunda capacidad.
La tercera diferencia importante que tienen los animales y el hombre, es la noción de futuro consciente. Cuando el mono se va a dormir a la noche en la selva y se refugia en un árbol, lo hace porque tiene miedo y sabe que esa es una situación de absoluta vulnerabilidad, pero no sabe que al otro día va a amanecer y así repite una circunstancia sin ninguna capacidad de proyección.
El hombre es un animal proyectivo, es decir, tiene proyectos aunque más no sea un proyecto simple, porque tiene noción de futuro consciente. El ser humano tiene pasado y tiene presente, pero su realidad permanente está focalizada hacia el futuro del que comprende su existencia.
El hombre sabe que al otro día amanecerá, que diciembre será el mes en que exista la Navidad y que probablemente en el hemisferio sur se vaya de vacaciones en el verano, que transcurrirá entre parte de diciembre, enero, febrero y parte de marzo. Esta noción pareciera ser que los animales no la tienen.
Los animales tienen memoria, conocen el pasado, tienen presente, pero no pueden proyectar conscientemente el futuro.
Alguien dirá: “Existen las ardillas que juntan nueces durante el verano para la escasez del invierno”, y diremos entonces que a eso lo genera la llamada fotoperiodicidad endocrina genéticamente marcada, y que tiene que ver con la intensidad lumínica o con la heliofanía, es decir, con la cantidad de horas luz que tenga el día.
Si dejamos a esa ardillita, en el Ecuador con seguridad se pasará juntando nueces para un invierno que nunca llegará y si la llevo al extremo norte o al extremo sur de cualquiera de los dos hemisferios, sin duda casi nunca juntará nueces porque le parecerá que ocurre un invierno permanente.
Últimamente se le han agregado algunos conceptos que reflotan la concepción de Konrad Lorenz en cuanto a la definición de la agresión y se dice que los animales y el hombre tienen agresión. Esa es la agresión natural, es para la defensa de aquello que es necesario para la supervivencia.
Se define, en base a esto, una cuarta diferencia entre los animales y el hombre y es que el hombre además de tener agresión, tiene violencia, que es aplicar la agresión injustificadamente y no relacionada con su supervivencia básica.
Lo que seguramente el ser humano deberá reconocer claramente en estos tiempos es que los animales son personas no humanas, sujetos de derecho, sensibles, sintientes y sufrientes. Será una reparación histórica y necesaria.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
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