Los mosquitos han sido desde siempre molestos cohabitantes de los ambientes de los mamíferos.
Ancestrales compañeros de los seres humanos, también siguen a su mejor amigo en los devenires por la superficie del planeta.
Al mismo tiempo, muchas especies de mosquitos se tornan más que molestos, sumamente peligrosos.
Sobran ejemplos de enfermedades del hombre en las que el picudo insecto actúa como vector: paludismo, dengue, entre otros.
Del mismo modo, el perro tiene algunas enfermedades que utilizan al mosquito como vector.
Muchas de ellas han sido ajenas a nuestro medio por simples y sencillas razones climáticas, en nuestro medio, ciertas especies de mosquito no desarrollaban al nivel necesario como para transformarse en una amenaza para la salud de nuestros perros.
Pero, y siempre hay un pero, el cambio climático global que creíamos que era cosa de los diarios y que les pasaba a los otros, también nos pasa a nosotros y consigo acarrea la proliferación de enfermedades relacionadas con el aumento de la temperatura y la humedad del ambiente. Entre esas enfermedades se encuentra: la filariasis.
La filariasis, también llamada enfermedad del gusano del corazón, es una parasitosis causada por un gusano redondo, Dirofilaria inmitis, que utiliza como vector al mosquito de las especies Aedes, Anopheles y Culex.
Los mosquitos son portadores de la larva infestante. Esta larva surge de la maduración de las microfilarias contagiadas al picar a un perro enfermo. Al picar a un perro sano, la transportan a su sangre. En ese perro se termina la maduración y, al cabo de tres meses, tenemos individuos adultos maduros que, en tres o cuatro meses más, eliminarán una sustancia a la sangre que, en esa etapa, facilita su diagnóstico.
Los adultos se localizan en la arteria pulmonar y en el ventrículo derecho trayendo lesiones y trastornos cardíacos de diferente gravedad e intensidad, algunos de los cuales son de difícil y compleja recuperación.
En esta etapa, los gusanos adultos y maduros (de 15 a 30 centímetros de largo) eliminan al torrente sanguíneo larvas del estado inicial, microfilarias, que se pueden identificar en la sangre periférica por segunda vez en el ciclo (la primera vez ocurrió apenas realizado el contagio).
El diagnóstico de la enfermedad se realiza por métodos directos (visualización de las microfilarias) o por métodos inmunológicos, en general ante la presencia de signos y síntomas compatibles con la enfermedad.
En términos generales su curación no es muy exitosa, salvo en casos de diagnóstico precoz.
La prevención resulta el arma más eficaz a través de “caramelos” palatales de ivermectina que deben ser suministrados una vez por mes a cualquier animal susceptible a la infestación. Al mismo tiempo estos “caramelos” previenen otras parasitosis del amplio espectro animal.
Conclusión: los mosquitos son enemigos también de nuestras mascotas y para resguardarlas tan sólo hace falta un “caramelo” por mes.
Imposible olvidarlo.
*El Prof. Dr. Juan Enrique Romero @drromerook es médico veterinario. Especialista en Educación Universitaria. Magister en Psicoinmunoneuroendocrinología. Ex Director del Hospital Escuela de Animales Pequeños (UNLPam). Docente Universitario en varias universidades argentinas. Disertante internacional.
SEGUIR LEYENDO: